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Manuel Toharia, científico periodista, periodista científico, decano de los divulgadores del conocimiento en nuestro país, suma a su impecable trayectoria como referencia mediática para varias generaciones de españoles, su experiencia profesional, entre otras cosas, como responsable de uno de los acuarios más importantes del mundo, el Oceanogràfic de València.

Un curioso sin límites y un comunicador compulsivo, pionero de lo que ahora llamamos educación ambiental, y que combina una envidiable capacidad para hacer inteligibles –e interesantes– para el gran público las cuestiones más complejas, con un escepticismo tan crítico como fundamentado, provocador en el mejor sentido de la palabra.

Por todo ello hemos dedicado la tercera entrega de ‘Actitud y Compromiso’, la nueva iniciativa de Cajamar para poner en valor los valores, la misión y el desempeño social propios de la banca cooperativa, a conversar con él sobre cómo abordar los grandes retos de la humanidad en este tercer decenio del siglo XXI, que muchos anuncian que será la década de la sostenibilidad.

 

“Los humanos somos una especie depredadora por definición”

Nosotros nos comemos a todos y a nosotros no nos come nadie”. Con esa contundencia de pensamiento y expresión, Toharia define al ser humano como una especie depredadora por definición, que se sirve para ello de un “arma poderosísima” como es la inteligencia.

El cambio de actitud para preservar a la especie humana sobre el planeta es tan necesario como radical y pasaría, a su juicio, por poner esa inteligencia al servicio de las soluciones después de haber generado los males. En un mundo tan globalizado, afirma que “al final, el problema básico para llegar a esa solución que, más o menos, estamos esbozando es que requeriría un acuerdo realmente global de todos los países”. Un reto que, en su opinión, se antoja “muy difícil”, ya que la realidad no invita al optimismo.

En esta entrevista, Toharia repara especialmente en el deterioro de los mares que, por su vital importancia, es sinónimo de deterioro del planeta. Explica que “la mal llamada Tierra debería llamarse Agua”, puesto que un 71 % de la superficie del planeta está cubierta de ella y solo un 29 % lo está de tierra. “Y de ese 29 %, solo las zonas relativamente agradables para vivir están ocupadas por la Humanidad”, añade.

Estos porcentajes evidencian que sin agua no hay vida y, frente a este axioma, el científico apunta que la pandemia de la “humanitis”, como la define, “ha convertido al mar en una especie de cloaca de todos nuestros residuos”. Y tampoco se muestra optimista de cara al futuro del medio acuático. Sin embargo, califica de “buena idea” la defendida por quienes abogan por las actuaciones locales como peldaños para alcanzar una solución global.

Con su óptica realista, Manuel Toharia lanza un mensaje final de esperanza: “Estamos a tiempo. La mar está ahí y nosotros tenemos que cuidar de ella. El primer paso ya está dado: nos preocupamos de ella y, ahora, a ver qué conseguimos”.

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