Cada vez nos preocupa más el impacto medioambiental que genera la agricultura, dando lugar al desarrollo de nuevas estrategias productivas basadas en el paradigma de la bioeconomía y la sostenibilidad, y con él a nuevas maneras de entender tanto la eficiencia en el uso de los recursos naturales a nuestro alcance como el tratamiento de los residuos.
Nuevas utilidades para viejos desechos
Tradicionalmente el sector ha considerado los frutos no comerciales y los restos vegetales como un resultado no aprovechable de su actividad, pero en los últimos años se han propuesto diferentes alternativas para valorizar estos residuos, como la producción de enmiendas orgánicas, bioestimulantes, alimentación animal o biogás.
En este sentido, la obtención de sustancias bioactivas supone una nueva vía para su uso como aditivos en la industria alimentaria, farmacéutica e incluso cosmética. También se pueden utilizar estos residuos para fermentar los azúcares que lo constituyen y obtener biomoléculas que sirvan para desarrollar biopolímeros para el envasado (mallas o films retractiles). Estos son los dos objetivos principales que se marcó el proyecto de investigación y desarrollo tecnológico ‘BIOVEGE’, impulsado por un consorcio que lidera Alhóndiga La Unión y donde participan las empresas Domca, Ecoplas, Aceites Maeva, Morera y Vallejo y los centros tecnológicos Aimplas, Tecnalia, Cidaf y la Estación Experimental Cajamar.
Las posibilidades de la tecnología de los alimentos
En el desarrollo del proyecto hemos trabajado en la obtención de estabilizados de hortalizas a partir de destríos mediante diferentes tecnologías de secado como la liofilización. Estos estabilizadores se han utilizado como conservantes naturales para un amplio espectro de alimentos, fundamentalmente cárnicos, incorporándose a novedosas soluciones de conservación como recubrimiento comestible en productos derivados de frutas y hortalizas.
Asimismo, se han añadido a varias matrices alimentarias para mejorar sus propiedades nutricionales y saludables, desarrollándose nuevos productos “ready to blend” para el consumo humano.
Biopolímeros que sustituyen a los plásticos
Finalmente, también hemos obtenido nuevos alcoholes grasos a partir de los azúcares fermentables que se encuentran en los residuos vegetales (frutas como el melón y la sandía y hortalizas como el tomate y pimiento), con los que se han sintetizado nuevos grados de biopoliésteres plastificados químicamente por extrusión reactiva a partir de los alcoholes grasos obtenidos que puedan emplearse en la extrusión de mallas y film retráctil para el envasado de productos hortofrutícolas.