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La producción agrícola es cada vez más exigente y requiere de nuevas estrategias para seguir avanzando en su sostenibilidad tanto socioeconómica como medioambiental. Por ello es necesario implementar una gestión cada vez más eficiente de los recursos disponibles, reduciendo la utilización de insumos sintéticos como fertilizantes y fitosanitarios, y fomentando el uso apropiado de los subproductos obtenidos.

Así lo recogen los postulados de la economía circular, que potencia los sistemas naturales de protección y promueve el desarrollo de técnicas que mejoren las condiciones tanto biológicas como físico-químicas de los mismos.

Una alternativa orgánica a los abonos químicos

La preparación de compost es la mejor forma de aprovechar los restos vegetales y posibilita la sustitución de un abono mineral de síntesis por otro orgánico. Este aporta una menor proporción de elementos fertilizantes que otro sintético, pero lo supera en contenido en materia orgánica, mejorando así la estructura del suelo y sus propiedades físicas, químicas y biológicas.

El proceso de compostaje se define como “la descomposición biológica aeróbica de residuos orgánicos de distinta procedencia bajo condiciones controladas”, por lo que en principio cualquier material orgánico es susceptible de compostarse: restos de cultivos hortícolas, restos de poda tanto de frutales como de jardinería, subproductos de manipulación y de elaboración de cosechas, e incluso podríamos considerar los residuos generados en industrias agrarias diversas como almazaras o bodegas.

Microorganismos y bioestimulantes

Por motivos que la ciencia no termina de explicarse muy bien todavía, el uso del compost tiene múltiples beneficios asociados, como la mejora de la germinación y el crecimiento y desarrollo de semillas, los efectos positivos sobre la población microbiana autóctona en suelo, la disminución en el tiempo de floración y fructificación, el aumento en el tamaño de los frutos, una menor incidencia de enfermedades de los cultivos y la disminución casi total de la población parasitaria de nematodos.

Lo cierto es que las plantas sintetizan de manera natural unas sustancias denominadas bioestimulantes o reguladores del crecimiento vegetal, que en cantidades pequeñas promueven determinadas funciones fisiológicas, y que son producidos por microorganismos que aumentan su actividad sobre la materia orgánica del compost.

Herramienta de protección vegetal

La determinación de la capacidad de supresión de patógenos por medio del compost está relacionada con los microorganismos que intervienen en la descomposición de la materia orgánica. Los sistemas actuales de compostaje también son capaces de producir compost de residuos verdes con efecto supresivo en las enfermedades de suelo, y la comunidad microbiana existente en el compost ha sido documentada como el factor principal para el control biológico a través de varios mecanismos relacionados con la relación ecológica entre los microorganismos.

Alicia Mª González Céspedes

Agronomist Enginieer at Estación Experimental Cajamar