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Silicon Valley es el Valle del Silicio, y no el Valle de la Silicona como muchas veces se confunde al traducir. Es el nombre de la zona sur de la Bahía de San Francisco, en el norte de California. En este lugar se ubican la mayor parte de las mayores compañías de tecnología del mundo y miles de pequeñas empresas que están saliendo del cascarón y que se llaman startups.

Originalmente la denominación se relacionaba con el gran número de innovadores y fabricantes de chips de silicio fabricados allí, pero definitivamente acabó haciendo referencia a todos los negocios de alta tecnología establecidos en la zona.

Un Silicon Valley en cada comunidad autónoma

Silicon Valley es la casa de Google, Twitter, Facebook, Apple, eBay, Intel o Yahoo. Y de tantas empresas que forman parte de nuestro día a día cotidiano. Fue el periodista Don Hoefler el que, en el año 1971, popularizó la expresión Silicon Valley al utilizarla como título de una serie de artículos semanales en el periódico Electronic News.

Por tanto, Silicon Valley es la capital de la tecnología mundial, de las empresas del sector, de las ideas y de la innovación. También del dinero para invertir, del llamado capital riesgo que logra que una idea se convierta en una empresa que arroja beneficios.

Por esta sencilla razón, Silicon Valley es un gran ejemplo a imitar y como explican en el medio especializado Hipertextual: “Es totalmente racional tener pensamientos o comportamientos aspiracionales; al fin y al cabo, todos (empresas y personas) queremos mejorar con el paso del tiempo y llegar a cotas más altas. El problema de esta actitud, sea cual sea el área en la que se aplica, es que la racionalidad o el sentido es muy fácil perderla. Hasta el punto de que esa aspiración por llegar a ser mejor, más grande, más poderoso, se puede convertir en una especie de antifaz que impide ver la realidad”.

Algo así ocurre en España y en muchos otros ecosistemas de emprendedores y startups repartidos por todo el mundo. Todos quieren convertirse en el próximo Silicon Valley.

La presencia de aceleradoras es clave en la composición del ecosistema emprendedor, porque impulsan las primeras etapas de una startup ofreciéndoles asesoramiento para que puedan continuar con un plan de negocio prometedor.

Madrid, Barcelona, Valencia, Málaga, País Vasco o Asturias compiten por esta titularidad, aunque, como reconocen los expertos, en España se necesita adoptar las mismas prácticas inversoras en capital riesgo por las pequeñas empresas que son las startups que les permitan crecer y llegar a valoraciones superiores a los 100 millones de euros.

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