La presión arterial es la presión que ejerce la sangre contra la pared de las arterias. Esta presión es imprescindible para que circule la sangre por los vasos sanguíneos. Y aporta el oxígeno y los nutrientes a todos los órganos del cuerpo para que puedan funcionar correctamente. Se conoce también como presión sanguínea.
Tradicionalmente la medición de dicha presión se ha llevado a cabo mediante la utilización conjunta de un estetoscopio y un esfigmomanómetro o bien de un manómetro aneroide. Hoy se utilizan fundamentalmente tensiómetros automáticos o baumanómetros.
Para realizar su medida se recomienda que el sujeto permanezca relajado, en una habitación tranquila y con temperatura confortable. El punto habitual de su medida es en el brazo. La presión arterial se expresa normalmente en milímetros de mercurio (mmHg) sobre la presión atmosférica.
Valores que inciden en la presión arterial
Los valores normales de presión arterial varían entre 90/60 y 130/80 mmHg. Valores por encima de 140/90 mmHg son indicativos de hipertensión arterial o presión arterial alta y por debajo de 90/60 son indicativos de hipotensión arterial o presión arterial baja.
Estos valores dependen de:
- La edad, ya que se incrementan con el envejecimiento.
- El sexo. Son menores en las mujeres.
También hay que señalar que estos valores no son constantes a lo largo del día, sino que presenta una gran variabilidad. Los valores más bajos se registran durante el sueño.
Las recomendaciones generales para reducir las probabilidades de sufrir hipertensión pasan por una alimentación variada, que limite el consumo de grasas y bebidas alcohólicas, así como por la práctica de ejercicio moderado una media de tres veces por semana durante, al menos, 45 minutos.
Son consejos que debería seguir toda persona interesada en el autocuidado de su salud pero que, en el caso de los que cuentan con antecedentes familiares de hipertensión arterial, se convierten en premisas básicas.
El beneficio de caminar regularmente
La práctica de ejercicio físico es altamente recomendable, pues no sólo ayuda a que se produzca una reducción de las presiones arteriales, sino que también tiene un efecto beneficioso sobre otros factores de riesgo cardiovascular tales como la obesidad, la diabetes, el colesterol alto, etc.
Sea cual sea tu edad, hacer regularmente ejercicio físico moderado es un hábito saludable que te reportará beneficios a lo largo de toda la vida. Y tampoco hace falta ser un deportista de élite. Basta con caminar. Un estudio publicado en Arteriosclerosis, Thrombosis and Vascular Biology, una revista de la Asociación Americana del Corazón lo demuestra.
Además, y a diferencia de estudios anteriores, los investigadores evaluaron a los participantes en la investigación por la distancia recorrida caminando y corriendo, no por el tiempo. Así, analizaron a 33.060 corredores y 15.045 caminantes y encontraron que la misma energía utilizada para caminar a una intensidad moderada y a un ritmo vigoroso dio lugar a reducciones similares en el riesgo para la presión arterial alta, el colesterol alto, la diabetes y la enfermedad cardiaca coronaria.
Caminar, se explica, y correr, proporcionan una prueba ideal de los beneficios de la intensidad de la caminata moderada y vigorosa debido a la participación de los mismos grupos musculares y las mismas actividades realizadas en las intensidades diferentes.