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La adolescencia es el periodo en el que los hijos se hacen adultos, mayores. Entra de lleno una vez más la importancia de la educación para que sean unos adultos responsables y unas personas felices. Una definición clásica de la adolescencia dice que «es un periodo del desarrollo biológico, psicológico, sexual y social inmediatamente posterior a la niñez y que comienza con la pubertad, que generalmente se enmarca su inicio entre los 10 y 12 años».

La adolescencia, asimismo, trae aparejados una serie de circunstancias que son los que tiene cualquier persona en su edad adulta. Hay que estar alerta en el entorno escolar y en el familiar al rendimiento escolar y académico y los problemas derivados, como el asilamiento y el acoso escolar.

Tampoco hay que dejar de lado los trastornos alimentarios, que tanta alarma han despertado de una década a esta parte. Además, están los problemas de las captaciones por las sectas y, de rabiosa actualidad, los problemas derivados de los malos usos de internet.

3 claves para decidir cómo usar el móvil

La irrupción de internet en nuestras vidas ha generado múltiples casuisticas. Y muchas de ellas afectan de lleno a nuestros adolescentes. El mal uso de las redes sociales y de las comunicaciones lleva a todos los padres y madres a preguntarse de qué forma podemos controlar y educar a nuestros hijos y, la pregunta del millón es «A qué edad le podemos comprar un teléfono móvil«.

Si escuchamos al famoso juez de Menores Emilio Calatayud, veremos que recomienda lo siguiente: «La edad mínima que debería pactarse para poder usar un móvil son los 14 años«.

Los padres, a la hora de ofrecer un móvil a su hijo, tienen que enseñarle a utilizarlo de forma conveniente. Hay muchas recomendaciones y decálogos para enseñarles a utilizarlos apropiadamente, que pueden resumirse en tres ideas base que deben cumplirse prácticamente a rajatabla:

  1. La primera se basa en la responsabilidad. Cuando unos padres dejan a su hijo adolescente con un móvil no es, en ningún caso, una carta blanca para que lo utilice como crea conveniente, sino de forma responsable. De igual forma que cuando le dejan las llaves del domicilio o cuando se queda a cargo de los hermanos más pequeños. El sentido común es siempre la solución a cualquier duda, de forma que las indicaciones básicas se siguen y, ante cualquier duda, se aplica el sentido común que pasa por una fluida comunicación padres-hijos.
  2. El segundo eje son estos casos prácticos que circunscriben para qué se utiliza el móvil. Aquí entra que siempre tienen que responder a la primera a la llamada o mensaje del padre o de la madre, tener conciencia de que el móvil vale dinero y que tiene que cuidarlo, tener unas reglas de uso de horarios que hay que cumplir, tenerlo siempre limpio y cargado, disponer del plan de datos de forma inteligente y racionada, no utilizarlo en clase ni en el colegio porque además suele estar prohibido.
  3. El tercer afecta directamente a la privacidad. El móvil es de uso del adolescente pero es del padre y de la madre, lo que se traduce en que la transparencia es total. El adolescente no puede decir o actuar con el móvil de forma diferente a como lo haría si su padre y su madre estuvieran delante. En términos prácticos, las claves, códigos y contraseñas se comparten entre padre, madre e hijos e hijas, de forma que no hay secretos y en cambio hay una relación basada en la responsabilidad y la confianza.
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