La radiación es uno de los principales factores determinantes de la producción. Es la base del proceso de fotosíntesis que da lugar a la producción de fotoasimilados y, en definitiva, de materia seca. De hecho, muchos estudios indican que existe una relación directa entre la integral de radiación recibida por el cultivo y su producción, estableciéndose por término medio un aumento de aproximadamente el 1% por cada unidad porcentual de aumento de dicha integral. Por tanto, en nuestras condiciones de cultivo realmente no sobra radiación, aunque sí existe un excesivo aporte de calor asociado a dicha radiación que origina altas temperaturas en el invernadero durante un largo periodo del año; por lo que el sombreo como técnica de refrigeración sólo se justifica por razones térmicas, no lumínicas.
Para entender esto mejor es necesario conocer las características de la radiación que nos llega del sol. El espectro solar está formado por un conjunto de radiaciones electromagnéticas que se transmiten en forma de ondas y que abarcan un amplio rango de longitudes de onda, desde el ultravioleta hasta el infrarrojo, incluyendo la luz visible. Cada tipo de radiación tiene efectos diferentes en el invernadero. Así, la única radiación que pueden aprovechar las plantas para realizar la fotosíntesis es la radiación fotosintéticamente activa (PAR), que viene a coincidir, aproximadamente, con la luz que los humanos somos capaces de ver (luz visible). Esta representa más del 40% de la energía que aporta la radiación solar. En cuanto a la radiación infrarroja (NIR), tiene una longitud de onda mayor y una frecuencia de oscilación menor que la luz visible y, por tanto, resulta menos energética, aunque en su conjunto supone aproximadamente la mitad de la energía asociada a la radiación solar. Dicha radiación NIR es la responsable del calentamiento del invernadero. Finalmente, la radiación ultravioleta (UV), aunque sólo representa un porcentaje pequeño de la energía total, constituye una radiación altamente energética debido a su alta frecuencia de oscilación, siendo responsable, junto a otros factores, de la degradación del plástico de cubierta. Al igual que la radiación NIR, tampoco interviene directamente en la fotosíntesis. Sin embargo, induce la formación de ciertos pigmentos, como los flavonoides, e influye sobre el crecimiento de la planta, teniendo un papel fundamental en la visión de los insectos.
Según lo anterior, lo ideal sería maximizar la disponibilidad de radiación PAR en el invernadero, ajustando la entrada de radiación NIR según las necesidades de calor en cada momento. En el mercado existen plásticos denominados anti-NIR con una menor transmisividad a dicha radiación, así como productos de encalado fotoselectivos que provocan un efecto similar, aunque no resultan perfectos ya que también afectan al PAR, por lo que su uso no ha llegado a extenderse. En la actualidad se trabaja en el desarrollo de plásticos termosensibles que sean capaces de oscurecerse al alcanzar una cierta temperatura, recuperando su estado inicial al enfriarse, lo que evitaría la necesidad de sombrear el cultivo. Mientras esto llega, la aplicación de técnicas de sombreo, bien a través del encalado de la cubierta o mediante la instalación de pantallas, seguirán resultando útiles.
El encalado de la cubierta es una técnica ampliamente utilizada por su bajo coste, pero debería ser aplicada cuidadosamente con el fin de ajustar la transmisividad de la cubierta del invernadero a la radiación, de tal forma que se mitigue el estrés térmico sin limitar excesivamente la producción. Asimismo, su retirada debería ser gradual conforme mejoran las condiciones de temperatura y humedad en el interior del invernadero, con el fin de evitar cambios bruscos en el cultivo que lleven a situaciones de estrés. En periodos en los que la temperatura no es excesiva, resulta primordial maximizar la transmisividad, manteniendo lo más limpio posible el material de cubierta. Para ello se recomienda su limpieza periódica con el fin de eliminar los posibles restos de blanqueo y el polvo depositado. Estas decisiones sobre la necesidad o no de sombrear, o lavar la cubierta, se verían facilitadas mediante la determinación de la transmisividad a la radiación a partir de medidas efectuadas con un equipo portátil tanto en el exterior como en el interior del invernadero al mediodía en días soleados.