La bondad del clima mediterráneo permite cultivar fuera de estación en invernaderos pasivos sencillos que disponen de escasas herramientas para el control de las condiciones climáticas en su interior. Esto provoca que en ocasiones se preste más atención a otros aspectos del manejo del cultivo, como el riego y el fertirriego, que al propio clima. Sin embargo, las condiciones climáticas que se desarrollan en el interior del invernadero constituyen el principal factor determinante del desarrollo del cultivo. Por tanto, aunque las herramientas disponibles para su control sean limitadas, resulta básico optimizar su manejo con el fin de conseguir un resultado satisfactorio.
La principal herramienta a considerar en invernaderos pasivos es el manejo de la ventilación. Esta permite combatir el exceso de temperatura y humedad, evitando el descenso pronunciado de la concentración de CO2en el aire de forma simple y económica. Sin embargo, a veces la superficie de ventilación de estos invernaderos resulta insuficiente, especialmente en periodos con excesos térmicos. Todo ello a pesar de los avances que se han ido produciendo, tales como el progresivo aumento de la altura del invernadero o la instalación de sistemas de ventilación más eficaces (p.ej: ventanas abatibles). Por tanto, sería necesario incrementar la superficie de ventilación aumentando el número de ventanas y construyéndolas de mayor tamaño, a la vez que optimizamos su disposición. Esto ha de ir acompañado de una gestión automática de las mismas mediante controladores de clima. Éste es un paso decisivo que ya debería haberse producido de forma generalizada en el sureste peninsular pero que, sin embargo, no se termina de dar. La automatización de la ventilación, además de facilitar la gestión de las ventanas ante inclemencias meteorológicas (viento o lluvia), permite ajustar el grado de apertura de la ventilación con el objetivo de optimizar en la medida de lo posible las condiciones climáticasinteriores en cada momento, algo que no resulta factible mediante una gestión manual.
La existencia de una alta capacidad de ventilación en el invernadero permitiría el uso de una pantalla interior automática con buenos resultados. Algo que no es posible en la actualidad debido al sobrecalentamiento que se tiende a producir al llevar a cabo su extensión como consecuencia de la reducción de la tasa de renovación de aire. Con dicha pantalla se conseguiría un doble efecto, aumentar la temperatura nocturna (para lo cual se podría combinar con el uso de acumuladores térmicos pasivos) al limitarse las pérdidas de calor del invernadero, y sombrear selectivamente el cultivo en las horas de excesivo calor, aprovechando así mejor la radiación incidente y aumentando el potencial productivo del invernadero en comparación con la técnica tradicional de sombreo basada en el blanqueo de la cubierta. Además, eligiendo un material adecuado de pantalla, ésta se podría mantener extendida al inicio de la mañana para evitar el posible goteo de la condensación sobre el cultivo sin restar excesiva radiación.
Vemos por tanto, que aún es posible dar pasos hacia adelante en pro de la mejora de las condiciones climáticas en el interior de los invernaderos pasivos con adecuaciones que no implican un aumento significativo de los costes de funcionamiento y mantenimiento. Estas mejoras van a ser fundamentales de cara al sostenimiento de la competitividad del sistema productivo bajo invernadero en el sureste peninsular.