La conservación de energía se sinónimo de eficiencia energética. Simplemente significa observar nuestros actos para minimizar el derroche de energía. Hay muchas formas de ahorrar energía. Pueden emplearse políticas de ahorro en el hogar, en el lugar de trabajo o en la comunidad en general.
La eficiencia energética es una práctica que tiene como objetivo reducir el consumo de energía. Se centra en el uso eficiente de la energía. De esta forma, se pueden optimizar los procesos productivos y el empleo de la energía utilizando lo mismo o menos para producir más bienes y servicios.
Dicho de otra manera, producir más con menos energía. No se trata de ahorrar luz, sino de iluminar mejor consumiendo menos electricidad, por ejemplo.
En busca del ahorro de energía
Los individuos y las organizaciones que son consumidores directos de la energía pueden reducir el consumo energético para disminuir costos y promover sustentabilidad económica, política y ambiental. Los usuarios industriales y comerciales pueden desear aumentar eficacia y maximizar así su beneficio.
El consumo de la energía está directamente relacionado con la situación económica y los ciclos económicos, por lo que es necesaria una aproximación global que permita el diseño de políticas de eficiencia energética. Así, a partir de 2008 la ralentización del crecimiento económico significó una reducción del consumo a nivel global que tuvo su efecto sobre la emisión de gases de efecto invernadero (GEI).
Entre las preocupaciones actuales está el ahorro de energía y el efecto medioambiental de la generación de energía eléctrica, buscando la generación a partir de energías renovables y una mayor eficiencia en la producción y el consumo, que también se denomina ahorro de energía.
Beneficios de la eficiencia energética
La eficiencia energética aporta enormes beneficios en diferentes ámbitos:
- Reduce los gastos de energía en los hogares y empresas.
- Reduce por tanto los costos de producción, mejorando la competitividad de las empresas.
- Disminuye la dependencia energética de exterior, que en algunos países supera al 80%.
- Reduce el daño ambiental y la contaminación que afecta a la salud de todos.
- Aumenta la seguridad del abastecimiento de energía.
- Disminuye el consumo de recursos naturales.
- Reduce el deterioro al medio ambiente asociado a la explotación de recursos.
- Reduce el impacto de los Gases de Efecto Invernadero (GEI).
En nuestro país, hay un compromiso firme con la eficiencia energética. Según datos del Instituto para la Diversificación y Ahorro de la energía (IDAE), el consumo de energía de fuentes renovables no supera el 6,3% del total consumido.
Por ello, en los últimos años se han puesto en marcha diversos planes de acción para que el impacto medioambiental de España se reduzca considerablemente. El Plan Nacional de Acción de Eficiencia Energética 2017-2020 ha establecido que nuestro país reducirá su consumo energético en un 25% llegado 2020, superando así en un 5% el objetivo para el conjunto de la Unión Europea.