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Desde que a mediados de los años 90 el psicólogo estadounidense Daniel Goleman popularizase el concepto de Inteligencia Emocional con la publicación de su famoso libroEmotional Intelligence” (en español “Inteligencia Emocional”), éste ha llegado a todos los rincones del mundo, incluidas las empresas.

Pero, ¿qué es la inteligencia emocional?

Si nos remitimos a la definición de la Real Academia Española, es:

«La capacidad de percibir y controlar los propios sentimientos y saber interpretar los de los demás».

Así pues, la inteligencia emocional se puede extractar en un amplio abanico de habilidades y características de personalidad como:

  • La empatía.
  • La capacidad de adaptación.
  • La comprensión de los sentimientos tanto propios como ajenos.
  • Las habilidades sociales.
  • El respeto, o
  • La amabilidad, entre muchas otras.

Y, ¿se considera importante la inteligencia emocional en las organizaciones?

En palabras del propio Goleman, la Inteligencia Emocional nos permite:

  • Tomar conciencia de nuestras emociones.
  • Comprender los sentimientos de los demás.
  • Tolerar las presiones y frustraciones que soportamos en el trabajo.
  • Acentuar nuestra capacidad de trabajar en equipo.
  • Adoptar una actitud empática y social que nos brindará mayores posibilidades de desarrollo personal.
  • Participar, deliberar y convivir con todos desde un ambiente armónico y de paz.

Por todo ello, el mundo empresarial se ha subido al carro de esta tendencia. Y ha encontrado en la inteligencia emocional una importante herramienta para comprender la productividad laboral de sus empleados, los requisitos del liderazgo, así como el éxito y fracaso de las organizaciones.

Estas ya no buscan sólo profesionales con un amplio curriculum. En la actualidad, se considera incluso más necesario que el personal sea resolutivo, adaptable, empático y seguro de sí mismo, con alta capacidad de motivación y automotivación y preparado para trabajar en equipo.

Además, saber comunicar y escuchar, interpretar la comunicación no verbal, conocer qué necesitan los miembros de tu equipo y cómo motivarles son algunas de las habilidades que diferenciarán a un buen líder de un simple jefe.

¿Podemos mejorar nuestra Inteligencia Emocional?

Actualmente podemos encontrar en la oferta educativa que reciben nuestros hijos en el colegio cómo el estudio de las emociones se encuentra entre las objetivos a trabajar. Pero, ¿qué pasa con las generaciones anteriores?, ¿ya no tenemos solución?.  

Tal y como apunta Goleman, la inteligencia emocional se puede desarrollar y aprender. Por ello, las organizaciones llevan años incluyendo dentro de sus planes formativos el estudio de estas habilidades.

Aquí tenemos algunas de las herramientas que nos ayudarán a mejorar nuestras capacidades emocionales:

  • Autoconocimiento: Es la capacidad de saber qué está pasando en nuestro cuerpo y qué estamos sintiendo. Reconocer un sentimiento mientras éste se presenta es la clave de la inteligencia emocional. No saber reconocerlos nos deja a merced de nuestras emociones.
  • Autocontrol: Regular la manifestación de una emoción o modificar un estado anímico y su externalización. Mantener una actitud positiva, comunicarse con frecuencia con el resto de compañeros y abandonar los pensamientos que nos causan estrés, nos puede ayudar a ello. Las personas que poseen un mejor control emocional tienden a recuperarse antes de los reveses de la vida.
  • Empatía: Esta habilidad permite a las personas reconocer las necesidades y deseos de los demás, permitiéndoles relaciones más eficaces.  Para potenciar la empatía hay que escuchar con interés al interlocutor, analizar la situación y valorar las implicaciones personales.
  • Habilidades sociales: Es la capacidad de relacionarse satisfactoriamente con los demás, gestionar conflictos y comunicarse claramente. Es la base en la que se sustenta la popularidad y el liderazgo.
  • Motivación: Saber motivarse y motivar a los demás.  Es un factor emocional que se potencia cuando lo ejercitamos todos los días, creyendo en nuestros sueños, proyectos y aspiraciones. Las personas que tienen esta habilidad tienden a ser más productivas y eficaces.

Permitidme algunos consejos:

  • Como jefe de un equipo: Utiliza tu inteligencia emocional para potenciar a tus empleados.  Preocúpate de cómo están,  qué quieren y ayúdales a conseguirlo. Y recuerda que ofrecerles un buen feedback a tiempo os ayudará a ir por el mismo camino.
  • Como empleado y compañero: Trabaja tu inteligencia emocional para ser mejor profesional y compañero. Esfuérzate por ser amable, empático…  y sin rivalidades. Trabaja cada día por ser la mejor versión de ti mismo, en el trabajo y en la vida.
  • Y como madre/padre: Potencia la inteligencia emocional de tus hijos, educa niños emocionalmente fuertes, motivados y con conductas más sanas y eficaces para su vida.  Harás de ellos mejores profesionales en un futuro y, más importante aún, mejores personas. En definitiva, les estarás dando herramientas para ser más felices.  Y sería estupendo poder conseguirlo con la ayuda de profesores, colegios e instituciones educativas.
María José Gutíerrez Pastor

Gerente Desarrollo Profesional en GRUPO CAJAMAR