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Nos llegan noticias de la resaca de la crisis del coronavirus, de la guerra que hay en Ucrania…y una palabra que se usa y se repite es inflación.

Hemos aprendido qué es la inflación y que es la culpable, o más bien la consecuencia, de que cada vez nos cueste más llegar a fin de mes. Y cuando creíamos que ya sabíamos señalar las causas, en una vuelta de tuerca, aparece otro término económico que nos hace volver a estudiar y a aprender. 

Se trata de la inflación subyacente. Que no es más que un indicador que muestra la variabilidad de los precios de consumo a corto plazo. Es una herramienta que se considera más precisa que la inflación general o convencional.

El origen del concepto de inflación subyacente

La inflación subyacente proviene del concepto en inglés ‘core inflation’. La idea de inflación subyacente como la suma del crecimiento de los precios agregados, excluidos los alimentos y la energía, fue introducida en un artículo de 1975 por el economista norteamericano Robert J. Gordon. Esta es la definición de inflación subyacente más utilizada con fines políticos. 

El modelo de inflación subyacente fue posteriormente desarrollado y defendido por el también economista Otto Eckstein, en un artículo publicado en 1981. Según el historiador de teoría económica Mark A. Wynne, «Eckstein fue el primero en proponer una definición formal de la inflación subyacente”.

Características de la inflación subyacente

Este indicador de inflación nace tras la crisis energética de la década de 1970. Dada la volatilidad de los precios se veía necesario identificar las variaciones de los precios excluyendo del índice de precios al consumo (IPC) los componentes más volátiles, esto es:

  • El índice energético (gasolina, electricidad, gas…).
  • El índice alimentos no elaborados (frutas, verduras…).

De esta forma, se ha convertido en un indicador indispensable para el estudio del comportamiento de los precios y toma de decisiones entre los bancos centrales, entre los analistas, y en general por todo el mundo económico.

Tiene una capacidad real de reflejar los cambios en los precios de una forma menos errática que mediante la medición de esos cambios por parte del índice de precios al consumo (IPC). Así, hay dos razones prácticas que motivan la medición de la inflación subyacente: 

  1. Por un lado, medir la inflación a medio plazo, ya que las perturbaciones transitorias son excluidas. 
  2. La segunda razón es que esta medición de inflación es más afectada por la política monetaria. 
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