Snapchat, Instagram, Facebook, Twitter, Whatsapp,… Las redes sociales han invadido el espacio de nuestros hijos. Invadido como una forma de verlo. Porque también se puede escribir que las redes sociales han llenado el espacio de nuestros hijos, como una forma de verlo en positivo.
Hay profesores que utilizan redes sociales y aplicaciones de la web 2.0 para que los padres sepan y estén puntualmente informados de los pasos de sus hijos y de la clase, de los deberes que hay cada día y de la calificación y resultado. Además, permiten interactuar con el profesor y hay tablones para comentarios.
Y mucho más. Hablamos de redes sociales para los hijos pero ya todas las madres y todos los padres tienen grupos de Whatsapp para estar en comunicación con los del resto de la clase.
Y más, los propios alumnos tienen sus propios grupos de whatsapp de clase. En los que se comentan las incidencias y los chistes, las novedades y cualquier cuestión que les parezca oportuna.
Un cambio social
Hay redes sociales que nacen cada dos por tres. Y a los adultos se les puede hacer bastante cuesta arriba aprender cómo controlar, cuidar y proteger sin dejar de tener claro que las formas de comunicación han cambiado.
Y que es el buen o mal uso lo que define el acercamiento que padres, madres y vástagos hacen de ellas. Veamos unos cuantos consejos fáciles de aplicar y llenos de sentido común que pueden resolver nuestras primeras dudas:
Lo primero que hay que tener en cuenta es que estamos en la era de la comunicación. Donde internet y las redes sociales se han convertido en las principales vías de comunicación entre los adolescentes. De ahí la preocupación de los padres por el uso que hacen de las mismas. Muchos se cuestionan si deben vigilar las relaciones sociales que sus hijos establecen en el mundo virtual o si por el contrario deben darles cierta autonomía. Ya nadie llama al timbre del portal para decirle a su amigo que baje a jugar a la pelota. Quedan por Whastapp. Veamos un resumen de los comentarios de los expertos.
¿Control o libertad?
¿Se debe controlar el movimiento de los adolescentes por la red? Existen una serie de ventajas e inconvenientes para los padres en cuanto a la supervisión y vigilancia de la navegación de sus hijos adolescentes por Internet y las redes sociales.
1. Por un lado, destaca que la intromisión de los padres en este aspecto siempre va a suponer un motivo de conflicto entre ellos y sus hijos. Por mucho que ellos les impongan, al final no seguirán acatando la norma. Y si se les prohíbe el uso de las redes sociales acabarán abriendo un perfil secreto o modificando la privacidad para restringir información a los padres.
2. Por otro lado, las redes sociales son una buena oportunidad para que los hijos aprendan a socializar y a ganar habilidades sociales. Para que vayan cogiendo confianza con su propio entorno y para que vayan consolidando su grupo de amigos.
En conclusión, no es bueno restringir completamente la actividad de los adolescentes en este aspecto, pero tampoco dejarles completamente a su aire.
Si no pones ciertos límites a su actividad no llegarás a conocer nunca en qué entorno se mueven y quiénes son sus amistades. Pero restringirlo completamente tampoco será nada positivo.
Hay que encontrar el término medio para que los hijos tengan la suficiente confianza de compartir con sus padres los movimientos que hacen por la red. Entender qué es realmente el espacio virtual y actuar con sentido común son claves para lograr este término medio.
Aplicaciones para controlar los dispositivos móviles
Partiendo del sentido común antes explicado, existen una serie de aplicaciones que puede ayudar a los padres a gestionar la interacción de sus hijos en las diferentes redes sociales. Algunas de las más utilizadas son:
- Ignore no More. Es una aplicación para IOS y Android que permite bloquear un móvil en la distancia mediante un código de cuatro dígitos. Simplemente hay que seleccionar el teléfono que se quiere bloquear (de su lista de contactos), marcar el código y cuando su hijo vaya a usar el terminal se encontrará que la pantalla está en negro. Para recuperar el control del teléfono, el chico deberá llamar a los contactos de una lista previamente creada por sus padres. Sólo esas personas podrán desactivar el código.
- Teen Safe. Es otro servicio de vigilancia creado por la madre de dos adolescentes, que ya tiene 500.000 usuarios. Se puede usar desde el teléfono, la tableta o el ordenador y permite ver qué está haciendo el menor con su dispositivo: qué tipo de mensajes recibe y envía, a qué lugares va y con quién. Es útil para identificar situaciones de acoso escolar y avisa si el chico se monta en un coche con un conductor que ha bebido. Se considera la estrella de las apps de control porque permite rastrear el terminal sin que el adolescente lo note. Le da a los padres acceso a la totalidad de los mensajes, incluso a los que han sido borrados, al historial de navegación, a las llamadas realizadas y a Facebook e Instagram.
- Life360 Localizador Familiar. Es una app gratuita que tampoco puede ser borrada por los adolescentes. Los padres pueden configurarla para hacer auto check in, hasta en dos sitios, en la versión gratuita. Así podrán saber a qué hora entra el chico en la escuela o cuándo llega a casa. Además, el menor puede hacer un check in cada vez que el padre se lo pida, enviando la localización, la hora y hasta un mapa de dónde está exactamente. La misma tecnología servirá para que un adulto localice el móvil en caso de robo o pérdida. La mayor limitación de este sistema de vigilancia es que sólo puede ser usado desde otro teléfono móvil. Tiene versión para IOS y Android.
- Canary. Envía una alarma a los padres cada vez que sus hijos adolescentes envían mensajes, hacen llamadas o usan una red social mientras están conduciendo. La app sabe cuándo los chicos desbloquean el teléfono y avisa a los padres si rebasan el límite de velocidad permitida. Es gratuita.
- Norton Family. Es un software de vigilancia que mantiene a los padres informados acerca de los contenidos que sus hijos bajan de Internet, así como de las páginas web que visitan. Se supone que previamente los padres deben haber bloqueado el acceso a determinados contenidos para que el programa les avise cada vez que el chico intenta entrar en uno de los sitios prohibidos. De esta manera, los adultos podrán iniciar una conversación al respecto.
- My Mobile Watchdog. Tiene más de 20 controles disponibles que no vienen de serie con los teléfonos. Es una de las herramientas de control más completas, y también una de las más caras: cinco dólares al mes o 45 al año. Permite hacer una monitorización de los mensajes de texto, las fotos, el uso de Internet y el historial de llamadas de los adolescentes. Los padres pueden hacer configuraciones predeterminadas para restringir el uso del terminal y bloquear determinadas apps durante el horario escolar o de sueño. Además, tiene un GPS que permite saber en todo momento en qué punto exacto está el teléfono. Y se espera que el chico a quien se presupone inseparable del dispositivo.
- Footprints: La aplicación hace una labor de rastreo de los chicos y comparte su localización con la familia y los amigos. Los padres no solo pueden saber dónde están sus hijos, sino también donde han estado. Los adultos pueden configurar límites geográficos y la app les avisará cuando esas barreras sean cruzadas. Si no pueden impedir que sus hijos se salten algunas normas, al menos estarán informados en tiempo real.