En otras ocasiones hemos hablado de la relevancia que la tecnología está adquiriendo en la agricultura, hasta el punto de que posiblemente su impacto en el sector agroalimentario supere en breve al de la revolución verde. Esto es así porque un número muy elevado de las tecnologías de mayor impacto en la sociedad también tendrán previsiblemente un fuerte efecto transformador en el sector agroalimentario.
Sin ser demasiado exhaustivos en la búsqueda de estas tecnologías transformadoras, encontramos tres fuentes principales que se han preocupado por catalogarlas. Una publicación sobre la industria 4.0 en la wikipedia, un documento de la consultora McKinsey y un par de publicaciones del Parlamento Europeo. En total, un conjunto diverso de 31 tecnologías potencialmente disruptoras (véase imagen 1). Entre ellas hay alguna que directamente aplican sobre la agricultura, por lo que no es sorprendente que luego aparezcan entre las de mayor impacto sobre el sector agroalimentario. Así, la agricultura de precisión, los sistemas acuapónicos y los nuevos usos de la madera estarían entre los de impacto directo en la agricultura.
Si se observa con algo de detenimiento la citada imagen 1 se pueden identificar las tecnologías que acumulan un mayor consenso sobre su potencial rompedor. Son el Internet de las cosas (IoT, por sus siglas en inglés), el BigData, la computación en la nube (cloud), los robots autónomos, la genómica de nueva generación, los vehículos autónomos, los materiales avanzados, la impresión 3D y el almacenamiento energético. Pues bien, el papel de algunas de estas tecnologías en el sector agroalimentario es cada vez más evidente. El IoT, por ejemplo, es una de las bases de la agricultura de precisión, y se ha convertido, junto con el BigData, en uno de los soportes principales para la toma de decisiones automatizadas en el campo, y más allá, a lo largo de la cadena de distribución que acerca los productos frescos o procesados a los consumidores. Respecto a la nube, conlleva el abaratamiento y la universalidad de la gestión de ingentes cantidades de datos. Datos que, por otra parte, son la materia prima de miles de empresas dedicadas a dar servicio a agricultores y ganaderos a través de apps móviles o de sobremesa. Otro ejemplo, los robots autónomos ya tienen una fuerte implantación en la logística de la cadena, pero su presencia va a ser cada vez más numerosa en el campo (en la medida que sean más competitivos con respecto a la mano de obra o que esta vaya siendo cada vez más escasa en las zonas rurales). Pero es que si consideramos que los tractores de conducción autónoma son en realidad robots especializados, ya no estaríamos hablando de futuro, sino del más prosaico presente.
Hace unos meses, desde Cajamar preguntamos a un panel de expertos en agricultura hortofrutícola de invernadero su opinión sobre el impacto de estas 31 tecnologías en aquella agricultura. Tenían tres opciones: ninguno, impacto moderado o fuerte impacto. Para hacer el gráfico que acompaña este comentario, asignamos los valores 0, 1 y 2 a dichas respuestas respectivamente. El resultado de los promedios es bastante evidente, 18 de estas tecnologías tendrán un impacto moderado o fuerte en el sector, destacando la agricultura de precisión y la genómica avanzada, que alcanzaron ambas la máxima puntuación posible. La primera es obvia, la segunda algo menos, pero es evidente que su impacto a través de la industria de las semillas o del control biológico puede resultar revolucionario en el corto-medio plazo (piénsese en las fronteras que abre la tecnología de edición genómica CRISPR). Por detrás estarían las energías renovables, el BigData y el Internet móvil… Por debajo de 0,5, es decir, con un impacto entre nulo y moderado solo estarían las criptomonedas, los sistemas inteligentes de transporte urbano, la realidad aumentada y los nuevos usos de la madera.
No hay que perder de vista que nada de lo anterior está garantizado, si algo hacemos mal lo humanos es predecir el sentido de nuestro avance tecnológico. No obstante, lo cierto es que la agricultura y la industria de la alimentación se están situando en el centro de la nueva revolución tecnológica, y que las tendencias que se están materializando hoy nos inspiran a pensar que la agricultura del futuro será más respetuosa y eficiente en el uso de los recursos, más saludable, más segura, más humana, y mucho más tecnificada que la actual.