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Los idus de marzo conforman una fantástica expresión que ha llegado desde los tiempos del imperio romano a nuestros días cargada de simbología, historia y literatura. Para empezar a explicar la carga semántica y el significado de los idus de marzo lo principal es definirlos. Los idus de marzo​ (en latín, Idus Martii o Idus Martiae) en el calendario romano correspondían a los días 15 del mes de martius.

En la religión del Imperio Romano antes de la llegada del Cristianismo todo estaba cargado de todo tipo de dioses, simbología y augurios para adivinar el futuro. Así, los idus de marzo eran de lo más importantes. Resulta que los idus eran días de buenos augurios que tenían lugar los días 15 de marzo, mayo, julio y octubre, y los días 13 del resto de los meses del año.

Hay que tener en cuenta que a diferencia de nuestro calendario, aunque marzo (martius, mes consagrado al dios Marte) era el tercer mes del calendario juliano, en el calendario romano más antiguo era el primer mes del año. Los días de fiesta observados por los romanos desde el primero de los idus reflejan su origen como celebraciones del año nuevo. 

Los idus de marzo, en los calendarios más antiguos, habrían sido los días correspondientes a la primera Luna llena del año nuevo.

Los idus de marzo y Julio César

Los idus de marzo eran los más famosos de los idus por estar marcados por varias observancias religiosas y por haberse producido en esa fecha el asesinato de Julio César en 44 a. C.. Un hecho considerado como un punto de inflexión en la historia de la antigua Roma, al marcar la transición del período histórico conocido como República romana al Imperio romano. 

De esta forma, el sangriento asesinato de Julio César el 15 de marzo del año 44 a.C. marcó para siempre el 15 de marzo, o los idus de marzo, como un día de infamia. 

Desde entonces ha fascinado a estudiosos y el gran Shakespeare dio  a los idus de marzo categoría lírica: «¡Guárdate de los Idus de marzo!», le gritó un adivino ciego al líder de la República a su entrada tumultuosa en el Coliseo. Aunque antes que el bardo de Avon había sido Plutarco, de quien cogió su historia el dramaturgo inglés, quien narró los hechos ocurridos el 15 de marzo del año 44 A. C., escribiendo: «Lo que es más extraordinario aún es que un vidente le había advertido del grave peligro que le amenazaba en los idus de marzo, y ese día cuando iba al Senado, Julio César encontró al vidente y riendo le dijo: «Los idus de marzo ya han llegado»; a lo que el vidente contestó compasivamente: «Sí, pero aún no han acabado»”. El resto es historia.

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