La FAO define la acuicultura como «la cría de organismos acuáticos, comprendidos peces, moluscos, crustáceos y plantas. La cría supone la intervención humana para incrementar la producción; por ejemplo: concentrar poblaciones de peces, alimentarlos o protegerlos de los depredadores y supone asimismo tener la propiedad de las poblaciones de peces que se estén cultivando».
El concepto «acuicultura» viene también recogido en la Constitución española donde también aparecen otras expresiones para hacer mención a la actividad tales como; «cultivos marinos», «maricultura» y «acuicultura marina». Sin embargo la legislación sectorial emplea el término de «cultivos marinos». Así se recoge el mismo en la Ley estatal Nº 23/1984 de Cultivos Marinos, y en la normativa autonómica. La mencionada Ley indica que «se entiende por cultivos marinos la realización de las acciones y labores apropiadas para la reproducción o crecimiento de
alguna o varias especies de la fauna y flora marinas o asociadas a ellas».
La acuicultura como actividad productora de alimentos tiene una larga historia. El friso de Akhitep, en una antigua tumba egipcia (2.500 años a. C.) refleja la captura de tilapias y su engorde posterior en lagunas protegidas, aunque diferentes autores están de acuerdo en que el origen del cultivo de plantas acuáticas y peces se sitúa en China 1.000 años a. C. Hay evidencias de granjas marinas extensivas en el siglo VI d. C en la cultura etrusca, y en tiempo de los romanos, se cultivaban doradas, lubinas, mejillones y ostras en estanques y lagunas salobres. Aristóteles y Plinio el
Viejo escribieron sobre el cultivo de ostras; este último atribuye al general romano Lucinius Murena el invento del estanque de cultivo, y cita las grandes ganancias de su explotación comercial. En el siglo XI los pequeños pueblos isleños del sudeste asiático empezaron a capturar peces marinos en estanques costeros y alojarlos para su engorde en zonas poco profundas (tambaks) y en la América precolombina se utilizaban estanques de tierra inundables donde se obtenían cosechas anuales de peces.
En el siglo XII tuvo lugar un cierto desarrollo de la acuicultura continental en Centroeuropa, basada sobre todo en la cría de carpas y en el XV la acuicultura extensiva a gran escala (vallicultura) se llevaba a cabo en las lagunas costeras del Adriático, una práctica que ha llegado hasta nuestros días y que es precursora de la moderna acuicultura marina costera. En el año 1758 se produjo un importante descubrimiento, la fecundación artificial de huevos de salmones y truchas por Stephen Ludvig Jacobi, un investigador austríaco, aunque su investigación no salió del laboratorio y quedó en el olvido. En 1842, dos pescadores franceses, Remy y Gehin, obtuvieron puestas viables y lograron alevines de trucha, que desarrollaron con éxito en estanques. El descubrimiento llevó a la Academia de Ciencias de París a profundizar en el hallazgo, lo que desembocó en la creación del Instituto de Huninge, el primer centro de investigación en acuicultura de Europa. Las primeras piscifactorías se crearon en 1878 en los EEUU para trucha arcoíris y en 1883 en Noruega para salmón, mientras que la reproducción artificial del rodaballo se consiguió en Inglaterra en 1894.
A finales del siglo XIX y principios del XX se realizaron grandes transferencias de poblaciones de salmón entre distintas partes del mundo (p. e. de California a Nueva Zelanda). La acuicultura marina comenzó a despegar con la producción de la seriola en Japón y el salmón en Noruega y la industria creció de manera rápida a finales de los 60 con el desarrollo de los piensos artificiales en grano. También en los años 60 y 70 tuvo lugar una enorme expansión del cultivo de almejas y ostras en Norteamérica y Europa. En esta época la acuicultura se polarizó, de modo que en los
países en desarrollo se mantuvieron prácticas tradicionales en tanto que en Occidente se generalizaron los sistemas de producción industrial.
Los inicios de la cría en Europa de lubina y dorada tuvieron lugar en los años 70 y principios de los 80 en centros estatales de investigación de Francia e Italia. Los esfuerzos iniciales de investigación se centraron en la etapa de engorde que se llevaba a cabo en estanques a los que se bombeaba agua de mar. Conforme el sector se fue desarrollando, el engorde se trasladó a aguas abiertas siguiendo la tecnología desarrollada para el salmón y otras especies en Noruega y Japón. La producción permaneció baja hasta mediados de los 80 pero a partir de ese momento empezó a
desarrollarse rápidamente mediante sistemas de cultivo semi-intensivos e intensivos, una vez resueltas las dificultades relacionadas con la reproducción, la alimentación larvaria mediante cultivos auxiliares, el desarrollo de alimentos adecuados para el engorde y el cultivo en jaulas. Desde este momento, la producción a gran escala se desarrolló en los 90 y superó todas las expectativas, de modo que en los últimos 20 años la acuicultura se ha consolidado como una potente industria que sigue sufriendo importantes transformaciones. En 1985 la producción de salmón (26.000 toneladas) se llevaba a cabo por un gran número por pequeñas empresas familiares, mientras que en 2007, una única empresa, Marine Harvest, controlaba ya el 30 % de una producción mundial cercana a los 1,6 millones de toneladas.
En Vietnam, cuatro plantas de procesado controlan un 35 % de las 286.000 toneladas de filetes de panga que se exportan anualmente. En la actualidad, las empresas salmoneras se están introduciendo en la industria de la tilapia, de modo que uno de los mayores productores de salmón en Chile controla el 45 % de la producción de tilapia en Costa Rica. La integración horizontal y vertical en la acuicultura continuará aumentando hasta el 2030 y tendrá un profundo impacto en la industrialización y desarrollo tecnológico de esta actividad.
Fragmento de «Perspectiva de la producción de alimentos en el medio acuático»