Desde que se conoció el resultado de la consulta a los británicos sobre su permanencia en la UE, han sido varios los estudios que han intentado evaluar el impacto del Brexit sobre nuestra economía. Uno de los sectores que normalmente ha salido en la foto de los «perdedores» ha sido el agroalimentario y, más concretamente, los subsectores de frutas y hortalizas frescas y el del vino. Esta entrada la vamos a dedicar a analizar las posibles fuentes de impacto que sobre nuestro sector agroalimentario tendrá el Brexit. No creo que sea exhaustivo y agradeceré a los lectores cualquier crítica, matiz o ampliación que consideren:
- La primera y más evidente es la derivada de la devaluación de la libra esterlina. Frente al euro, este movimiento de la divisa encarece los productos importados para los ciudadanos británicos. Obviamente, si España quiere seguir vendiendo los mismos volúmenes, tendrá que hacerlo bajando los precios unitarios. Nada más conocerse la noticia de la victoria del Bréxit la libra se devaluó un 10 % porcentaje que se ha mantenido más o menos hasta hoy, cuando sabemos que Teresa May tendrá que oir al Parlemento antes de pedir oficialmente la salida del club.
- La segunda está relacionada con el impacto en el comercio internacional fruto de la suspensión del Mercado Único y la creación de nuevas barreras (arancelarias o no). Aunque este impacto va a depender de la situación final, es decir, del tipo de acuerdo que se alcance con el Reino Unido tras su salida de la UE, lo cierto es que aumentarán los costes de transacción entre el Mercado Único y el Reino Unido. Respecto a este punto, las próximas elecciones en Francia y Alemania y las complicaciones políticas en el conjunto de los Estados miembros no parecen que nos dibujen un escenario favirable a un brexit blando.
- Una tercera vía de impacto vendría definida por el movimiento nacionalista que sostiene el movimiento social que hay detrás del brexit. La preferencia por productos nacionales frente a los importados se va a ver beneficiada, al menos a corto plazo, por la cotización de la moneda y el encarecimiento relativo de los productos importados de la zona euro. Por otro lado, la propia devaluación es posible que impulse las exportaciones británicas lo que podría enmascarar los costes de la salida durante algún tiempo.
- De forma indirecta también, pueden impactarnos los posibles cambios en los flujos turísticos del Reino Unido. España ha sido tradicionalmente uno de los principales destinos vacacionales de los británicos. El encarecimiento relativo derivado de los cambios en la valoración de las divisas puede provocar un desvío de turistas hacia destinos más baratos dentro de la zona euro o más probablemente hacia fuera de la zona, donde resulte más beneficioso el cambio de moneda. En este sentido, y dado que la situación en el Mediterráneo no es demasiado favorable, el gran beneficiadopodría resultar el área del Caribe, tradicional destino de sol y playa.
- Relacionado directamente con el anterior factor, es posible que una parte de los residentes británicos en el país decidan cambiar de aires y volverse a las islas Británicas aunque, de nuevo, el resultado final de las negociaciones y las condiciones de acceso a los servicios públicos de los residentes serán definitivos a este respecto. Evidentemente, en la medida que el mercado inmobiliario se anime, las dificultades de salida disminuirán, aunque de momento los bajos precios de las viviendas pueden desincentivar una posible operación retorno.
- La mayor parte de los analistas están adelantando una recesión en la economía británica fruto del brexit. Muchas inversiones se han paralizado y algunas grandes empresas de servicios financieros están valorando su traslado a plazas dentro de la eurozona. Aunque no es posible saber a ciencia cierta el tamaño y duración de dicha recesión, es obvio que tendría efectos sobre la capacidad de consumo de los ciudadanos, limitando sus volúmenes de compras o presionando los precios de los productos básicos a la baja.
- Finalmente, están los otros efectos indirectos. La salida de Gran Bretaña no solo va a generar efectos adversos en el Reino Unido, también los tendrá sobre el resto de la UE. En el mejor de los casos implicará una reducción de los ritmos de crecimiento ya casi abúlicos de la Unión, y en el peor, puede adentrarnos en una nueva recesión cuando aúno no hemos sido capaces de recuperar los niveles precrisis en muchos de los países europeos. Sin descartar, además, que el brexit solo sea el primer acto de una tragedia mucho mayor, que sería la disolución de la propia Unión.