La agricultura es uno de los sectores con mayor potencial de utilización de fuentes de energía renovables, dado que la naturaleza de su demanda energética se adapta a las pautas de disponibilidad de recursos.
El elevado impacto ambiental y la limitada disponibilidad de las fuentes energéticas de origen fósil hacen que sea necesario un cambio en el actual modelo de transformación y consumo de energía. El invernadero es un agrosistema que optimiza el uso de agua y energía, por lo que es candidato para la aplicación de fuentes renovables (sol, viento o la biomasa no fosilizada) caracterizadas por una aportación ilimitada y sostenible de energía. El tipo de invernadero de zonas cálidas presenta como ventaja, frente al de zonas frías, un bajo consumo de energía. Podemos hablar de requerimientos en energía de 100 veces superiores en zonas frías frente a las cálidas, mayoritariamente originados por el consumo de combustible para calefacción. Esos bajos consumos de energía en áreas cálidas facilitan que puedan ser cubiertos mediante renovables, aunque sea necesario analizar la rentabilidad de las instalaciones para cada explotación.
Se han realizado experiencias interesantes y prometedoras sobre aprovechamiento de las renovables a distintos niveles como el proyecto ‘Watergy’, construido y ensayado en la Estación Experimental Cajamar, donde mediante intercambiadores de aire-agua se disponía de un sistema de aporte de calor- frío así como de recuperación de agua procedente de la condensación. En otros proyectos, como Inversos, ‘Cenit-Mediodía’ o ‘Euphoros’, se integran también mecanismos de aprovechamiento de la radiación solar, almacenamiento de calor y dispositivos de acondicionamiento innovadores, y se demuestra la viabilidad funcional de los sistemas renovables en los invernaderos y, especialmente, su contribución a la mejora de la propia producción hortícola. Diversas experiencias y análisis realizados por la Universidad de Almería y por otros centros tecnológicos de la provincia están demostrando la viabilidad de la utilización de las cubiertas del invernadero de manera selectiva para la generación de electricidad a través de módulos fotovoltaicos de lámina delgada flexibles. Existen trabajos dirigidos hacia el desarrollo de láminas semitransparentes para ser colocadas en la cubierta del invernadero, tal que absorban la parte energética de la radiación solar y permitan transmitir la radiación fotosintética. No obstante, los resultados aún se alejan de los rendimientos energéticos deseados, por lo que se precisa de más desarrollo tecnológico.
Finalmente, y dentro de las renovables, cabe destacar la biomasa por su disponibilidad y poder calorífico junto a la ventaja, respecto a los combustibles fósiles, de presentar un ciclo neutro de CO2. Su aplicación como combustible, para aportar calor, está ya presente en invernadero; otros trabajos desarrollados por la UAL y Cajamar muestran la posibilidad de recuperar el CO2 procedente de los gases de combustión para ser inyectados en el invernadero.