Disponer de una red de embajadores es para cualquier empresa un valor añadido que incrementa y amplifica de forma exponencial su carácter digital, su identidad corporativa y sus oportunidades comerciales; pero, ¿quiénes son los que la componen?, ¿qué perfil deben tener?
Siendo estos temas discutidos y discutibles, tanto la primera como la segunda cuestión, lo que sí está claro, es que los embajadores de cualquier entidad deben ser, necesariamente, empleados que tengan un muy elevado orgullo de pertenencia a la entidad, o lo que es lo mismo, estén comprometidos con la empresa. Se caracterizan por tener un cierto grado de altruismo, una energía especial y una fuerza personal que consigue contagiar pasión y oportunidad a otros compañeros. Deben poseer una gran concienciación del significado de la marca y del objetivo principal de su empresa, creer en ello y comprometerse a colaborar con ello.
Entre otras características deben contar con “visión de cliente”, para así, poder aportar ideas, sugerencias y feedbacks que permitan implantar una mejor experiencia de usuario. Y todo ello, es muy relevante ya que en muchos casos, son estos mismos embajadores los que se proponen como Beta testers, es decir, ser los primeros que prueban los nuevos productos o servicios de forma previa a su lanzamiento al mercado. Con ello, apoyan y aceleran los cambios que quiere llevar a cabo la empresa, siendo promotores de la transformación en cualquier aspecto económico, social o comercial. Resumiendo, el buen embajador ve en el cambio, una oportunidad.
En el aspecto comunicativo, los embajadores deben contar con habilidades y facilidad para el contacto y el convencimiento, mostrándose como excelentes comunicadores, lo que conlleva a su vez, ser muy sociables tanto en entornos presenciales como los online.
Y por último, para concluir con el perfil que se está desarrollando del “buen embajador”, éste tiene que poseer nuevas habilidades a fin de, por un lado, fomentar el uso de las nuevas tecnologías y, por otro, ser sensiblemente sostenible. Al objeto de conseguir ese doble objetivo la predisposición a ampliar sus conocimientos es un elemento indispensable. La pasión por la formación se llevará al extremo.
Funciones de los embajadores
Ser altavoces y antenas del mensaje que tienen que compartir con su público asignado.
- Ser un referente dentro de la empresa en las iniciativas que emprenda, dándoles visibilidad efectiva.
- Buscar la máxima difusión de las acciones
- Transmitir sensaciones positivas sobre los cambios
- Despertar interés y generar expectación de las iniciativas
Por todo lo dicho, las empresas en su búsqueda por fortalecer la vinculación interna, descubren y preparan de una manera, a veces incluso involuntaria y para nada forzada, nuevos líderes, influencers y fans de la propia entidad.
Una misión compartida
Es muy importante que tengan claro el por qué y el cómo participar como embajador de su entidad. Para ello, deben recibir el entrenamiento en disciplinas o áreas específicas de conocimiento que amplíen sus habilidades personales y profesionales, especialmente en comunicación digital y marca personal.
Para el cumplimiento de objetivos marcados, la entidad, a través de los equipos directivos o, incluso, la alta dirección, debe comprometerse a facilitar los recursos adecuados. Es más, es recomendable que la empresa cuente con un espacio propio y totalmente identificado donde se publique toda la información que los embajadores necesitan (informaciones, historias, fotos, documentos, presentaciones, informes, etc.) pudiéndose extraer fácilmente y sin riesgo. Por consiguiente, un elemento clave en la interacción entre embajadores y la propia entidad, debe ser una constante comunicación que marque de forma clara la jerarquización de los objetivos a conseguir. Tener encuentros online y presenciales a fin de poner en común las inquietudes, las sugerencias, las dudas, las consultas o las acciones a desarrollar se configura como indispensable en esta relación profesional de embajador y empresa.
Los embajadores deben tener un papel activo y alineado con la entidad, además de una relación fluida, fiel y sincera con los órganos de dirección, para así, poder responder a los retos y necesidades de la empresa, de sus empleados, y clientes, y que todo ello, se realice sin margen de error sobre las previsiones y directrices marcadas.
La empresa que logre contar con un grupo de estas características será dueña de un activo intangible, invalorable y diferencial con la competencia que la colocará, en lo externo, en un lugar privilegiado y dominante dentro de su mercado, y en lo interno, con un valor sentimental tan importante, que la fidelidad marcará el destino de lo que ya es una gran familia. Grupo Cajamar es un modelo y un ejemplo, y sus embajadores la imagen que acredita este artículo que los describe y los valora como únicos.
Por muchos años más.
Dedicado a nuestros embajadores Corporativos, que con sus valores y principios fortalecen aún más nuestra Cultura Corporativa.