Es apabullante la de “días de» que podemos encontrar en el calendario, donde a veces, hasta se hace necesaria la coincidencia de fechas para celebrar, por falta de huecos para encajarlos.
Lejos de producir un efecto de saturación, todos estos recordatorios se están convirtiendo, en una oportunidad para ponernos al corriente con algún tema en concreto. Aunque solo se trate de curiosidades, si no nos sentimos identificados con el ámbito de la celebración, al menos habremos prestado atención a algo interesante que puede invitarnos a escuchar a los demás, a mantener una relación más fluida con nuestro entorno o a cuidarnos. Y no es cuestión de alertar a la población, sino de ampliar conocimientos, de concienciar, algo que se echa de menos a nivel educativo en edades tempranas, y no tanto.
Precisamente, ese es el objetivo del Día Nacional del Trasplante, jornada que rinde homenaje a los profesionales de la sanidad, celebra la vida de todos aquellos que han tenido la inmensa suerte de ser receptores de un órgano o un tejido y algo muy importante que todos los anteriores recuerdan a diario: sin donantes, esto no sería posible. Aquí es donde entra en juego la concienciación, la necesidad de instruir en el cuidado del cuerpo, los buenos hábitos, el conocimiento de las principales dolencias que asolan el mundo actual y las herramientas que tenemos para combatirlas.
No está de más aprovechar para insistir en lo significativo que es la inversión en ciencia, una idea que en los últimos tiempos se corea con más fuerza y cuya necesidad ha quedado sobradamente demostrada desde que llegó esta pandemia que nos golpea en los últimos años.
Y eso que en nuestro país se esgrime bien alto y fuerte la máxima «orgullo español”, lo que no es para menos si nos fijamos en que hemos conseguido exportar al mundo entero lo que se ha venido a llamar el “Modelo español” a través de la Organización Nacional de Trasplantes (ONT). Explicado de forma sencilla, se trata del establecimiento de una serie de normas y protocolos que aseguran un acceso justo e igualitario a todos los ciudadanos a un órgano cuando se encuentren en la necesidad y se cumplan los requisitos médicamente establecidos. El punto primordial de todo este sistema consiste en un perfecto ordenamiento de la estructura que garantiza lo anterior.
¿Qué supone nuestro modelo? Asegurar que no haya intereses a lo largo del proceso que podrían acabar rompiendo todo el sistema, cruzando la legalidad y rompiendo la equidad, imparcialidad y neutralidad de la que venimos hablando. El objeto principal es que, en palabras de la ONT, la legislación garantiza el altruismo en la donación: nadie puede donar, ni recibir un trasplante, con otras intenciones o medios que no sean la solidaridad altruista. Toda donación debe ser voluntaria, gratuita, sin ánimo de lucro y anónima, de forma que no sea posible obtener compensación económica, ni de ningún otro tipo. La mayor compensación es la satisfacción de saber que se tiene la posibilidad de ayudar a otras personas.
Como decíamos, la irrupción de la pandemia por COVID-19 ha supuesto un descalabro y un verdadero reto social y sanitario. Se han creado inquietudes más allá de la propia enfermedad para todos aquellos pacientes que se encontraban en lista de espera o han sido receptores de un trasplante. La situación especial de estas personas, a las que un simple resfriado les puede suponer una pulmonía, y que, de en una u otra parte del proceso están enganchados a fuertes medicaciones o tratamientos invasivos, ha sembrado la semilla del temor constante a la incertidumbre, tanto por una posible parada de los procesos, como a la escasez de fármacos y a las consecuencias directas para la salud.
En este punto, se hizo necesario conseguir una normalización de la vida en general, hacer una parada, pensar, evaluar los riesgos y posibles daños en aras de retomar la actividad con todas las garantías posibles, mientras la máquina se engrasaba y se ponían en marcha protocolos más férreos.
El mantenimiento de la actividad laboral, gracias al esfuerzo de todo el tejido que lo compone, ha sido un punto clave en el cuidado de la salud. Una vez pasado el shock inicial, nos colocamos en una nueva situación que requiere tomar decisiones y ofrecer facilidades a empresas y empleados. En el Grupo Cajamar se ha tenido muy en cuenta la situación personal de cada trabajador, por lo que nos hemos sentido arropados desde el primer momento, apoyados y con la seguridad de que todas aquellas personas que nos encontramos en situaciones especiales no estábamos desamparadas, sino asistidas en nuestras necesidades y con facilidades para seguir manteniendo nuestra ocupación.
Para hacernos una idea del trauma que la situación puede suponer, tras un trasplante renal, con el efecto inmunosupresor de los fármacos y la respuesta inmunológica de nuestro cuerpo, debemos lidiar con un posible rechazo del injerto y estamos expuestos a la toxicidad de la propia terapia inmunosupresora, es decir: estamos pendientes de no perder el órgano, de que el tratamiento no provoque efectos adversos y de evitar infecciones oportunistas a causa de la medicación.
Aparte de facilitar medidas de seguridad básicas y hacer hincapié en su cumplimiento, en Grupo Cajamar se ha hecho lo posible para que el famoso teletrabajo sea una herramienta más y no se note nuestra ausencia física en oficinas.
El teletrabajo prima para nosotros y se ha implantado de la mejor forma, más rápida y segura. No todos los trasplantados trabajan y no en todos los trabajos se ha permitido llevar a cabo este cambio de hábitos, por lo que la valoración a nivel laboral y emocional es muy alta. La falta de empatía denunciada incluso a nivel sanitario en algunos territorios, donde los pacientes han visto mermados sus derechos por el giro de los acontecimientos, no se ha hecho evidente en el Grupo, que ha sabido bajar a pie de calle con todos los miembros del equipo.
Y por cosas como esta necesitamos un Día del Trasplante
La actividad se ha retomado y gracias a que todos estos sistemas han demostrado su eficacia, es posible mantener el ritmo de trabajo durante todas las olas sufridas, con las idas y venidas de restricciones y normativas.
Lo mismo ha ocurrido con nuestro Modelo, España ha recuperado su actividad de trasplante durante 2021, con un crecimiento del 8% con respecto al año anterior, y tras el batacazo de 2020. La ONT registra en el último año un total de 2.950 trasplantes renales, 1.078 hepáticos, 362 de pulmón, 302 cardíacos, 82 de páncreas y 7 de intestino, procedentes de 1.905 donantes fallecidos y 324 donantes vivos. ¿No es maravilloso?
Dejaremos para otra ocasión lo excepcional de las cadenas de trasplantes, trasplantes cruzados, xenotrasplantes y la creación de órganos en 3D. No es ciencia ficción, como no lo ha sido nada en estos últimos dos años.