Los humanos tenemos la manía de la comparación. Nuestra capacidad de recuerdo nos incita a poner en relación sucesos del presente con los del pasado y, en última instancia, nos lleva a emitir juicios sobre el futuro. Pero las comparaciones entre dos momentos del tiempo, sobre todo cuando lo que tratamos son procesos de naturaleza continua y heterogénea, adolecen de un problema fundamental relacionado con la selección del punto de referencia. Si este coincide con un momento de crisis, será fácil que la comparación en relación a un año normal resulte favorable. Pero ese mismo año normal puesto en liza con años o campañas extraordinarias, resultará decepcionante. Es por eso que en los análisis de procesos que se repiten en el tiempo con variabilidad es preferible hablar de tendencias más que de variaciones puntuales. Nuestras campañas hortofrutícolas tienen esas características y por eso es más interesante mirar las series que fijarnos en un momento concreto del tiempo.
La pasada campaña produjimos más kilos, pero los vendimos más baratos, de forma que los ingresos percibidos por los agricultores –en general, porque esto depende de los cultivos seleccionados y de los propios ciclos– se salvaron por la vía de los kilos, no por la de los ingresos unitarios. No parece una gran noticia. Pero si la miramos con más perspectiva esta campaña ha sido una de la mejores de la serie histórica con registros históricos de kilos producidos, ingresos obtenidos y volú- menes exportados. Para explicar las menores cotizaciones se ha echado mano de la climatología durante un invierno más caluroso de lo normal en Europa y Almería, que ha jugado en contra de las nuestras producciones; se ha hablado del veto ruso y del aumento de la competencia en los mercados europeos.
Y, si todo esto no hubiera sido ya bastante, a final de campaña nos encontramos con la sorpresiva decisión de los ciudadanos británicos de salir de la UE, el conocido como brexit. Al ser el Reino Unido uno de los principales destinos de la exportación almeriense se crea una incertidumbre muy elevada sobre el comportamiento de este mercado con vistas a la campaña que ya está comenzando. Al margen de cómo se resuelva el nuevo estatus de Reino Unido con respecto al Mercado Único, las principales vías de afectación vienen dadas por: la devaluación sostenida de la libra esterlina con respecto al euro (que encarece sus importaciones, es decir, a los británicos les salen más caros los produc tos originarios de la Eurozona); el desvío de consumo hacia productos nacionales por el reforzamiento del sentimiento nacionalista; la previsible reducción del consumo de los hogares si el país entra en recesión, como adelantan casi todos los análisis, y las repercusiones en el mercado español derivadas de las repercusiones sobre el turismo (también del residencial) originario del Reino Unido.
A tenor de este comportamiento de las variables económicas en la campaña pasada, y a pesar de las incertidumbres que están sembradas sobre la actual, siguen produciéndose inversiones en el sector (tanto de renovación de estructuras, como de creación de nueva superficie de cultivo). Esto quiere decir que el potencial productivo almeriense sigue creciendo, tanto en volumen como en competitividad (kilos por hectárea) y que seremos nosotros mismos uno de los principales causantes de los incrementos de la competencia en los mercados comunitarios.
Por otro lado, el problema del agua ha seguido agravándose durante los pasados meses. La situación de los acuíferos estimamos que sigue empeorando, y a largo plazo no es previsible que mejore: juegan en contra el cambio climático (menos lluvias, más evapotranspiración) y el aumento de la superficie de cultivo. Almería debe enfrentarse a esta realidad antes de que nos termine, literalmente, explotando entre las manos. La mayor dificultad radica en que, en este tema, las iniciativas individuales tienen muy poco poder transformador y se hacen indispensables las soluciones comunes, preferiblemente del conjunto del sector, con el apoyo de las Administraciones.
En el ámbito individual, cuando se produce una mala campaña, esta siempre contribuye a debilitar la estructura financiera de las empresas productoras (los agricultores-empresarios). En el mejor de los casos se reducen los excedentes después de gastos financieros; en el peor, hay que refinanciar deuda, trasladando en el tiempo el problema a la espera de que campañas futuras normalicen la situación. Se trata de decisiones que están en el ámbito puro de la gestión y exceden de la mera cuestión agrícola. En la medida que nuestros agricultores sean más profesionales y asuman con mayor conocimiento su rol de empresarios, superar los momentos de crisis coyunturales será más sencillo. Incluso, si la crisis muta en estructural, estarán más capacitados para tomar las decisiones que permitan a sus empresas sobrevivir.
De cara ya a la siguiente campaña, entendemos que volverán a ser cuestiones relevantes para su desarrollo factores de carácter climático, aunque los efectos del Niño posiblemente ya se hayan debilitado y nos procuren un entorno de temperaturas más usuales. También jugarán un importante papel y, posiblemente en contra, el ya mencionado brexit y el mantenimiento del veto ruso (aunque este en menor medida). Respecto a las tendencias del consumo, la preferencia por los canales cortos y el aumento de la sensibilidad medioambiental de los consumidores europeos podrían recortarnos algunas décimas el mercado potencial en nuestros destinos tradicionales.
Por el contrario, la mejora del acceso a la financiación bancaria y los bajos tipos de interés van a contribuir a que las condiciones financieras de las explotaciones sean más llevaderas y que tanto las nuevas inversiones como las mejoras se puedan realizar a unos costes financieros impensables hace cinco años. También incidirá en nuestro favor la relajación del veto ruso a Turquía; el acercamiento de ambos países va a propiciar que una parte de la producción turca que en la campaña pasada competía con nuestras producciones en los mercados de la Unión, se dirijan ahora a satisfacer la demanda rusa sin apenas competencia, aliviando en parte la presión sobre los destinos europeos. Desde el punto de vista de los consumidores y la fuerte tendencia hacia el consumo de alimentos más sanos y hacia una mayor proporción en las dietas de frutas y hortalizas seguirá contribuyendo a mantener una elevada demanda de nuestros productos.
En resumen, lo que las campañas anteriores han puesto de relieve es que muchas de las soluciones que precisa el campo almeriense trascienden la responsabilidad individual de los agricultores-empresarios de la provincia y requieren decisiones que deben ser tomadas a niveles más elevados y con fuertes niveles de consenso. Pero, a la vez, vuelve a ponerse negro sobre blanco que el agricultor individual necesita mejorar su bagaje empresarial, debe aprender a gestionar su explotación y no limitarse solo a producir, porque la complejidad del sistema aumenta y con ella la probabilidad de error.
Extracto del libro Análisis de la campaña hortofrutícola de Almería. Campaña 2015/2016
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