Avanzamos hacia una nueva etapa de la economía española, y debemos adaptarnos rápidamente a sus exigencias. ‘Carpe diem’, o “no dejes para mañana lo que puedes hacer hoy”. Esto es algo de lo que nuestros autónomos saben bastante. El problema es que durante demasiados años este colectivo, vital para nuestra economía, ha sido invisible para la mayoría de nuestros responsables políticos y para buena parte de la sociedad, cuando no infravalorado o incluso marginado.
A la recuperación económica que ahora empezamos a vislumbrar le queda todavía mucho para consolidarse, y en este proceso los emprendedores por cuenta propia juegan un papel clave. De hecho, en la última década la destrucción de buena parte del tejido empresarial vinculado a la construcción y los servicios ha hecho del autoempleo la única alternativa para muchos profesionales, y se prevé que a corto plazo el peso relativo de los autónomos en nuestra economía siga creciendo con tasas de dos dígitos. Me atrevería a decir que, tarde o temprano, todos terminaremos siendo autónomos de una u otra forma. Es solo cuestión de tiempo.
No obstante, nuestro país no se distingue precisamente por las facilidades a la hora de emprender. Por muy de moda que hoy, al igual que hace diez o veinte años, esté la palabra “emprendimiento”. España está a la cabeza del ranking mundial en cuanto a trabas institucionales y burocráticas a ese emprendimiento que tanto se menciona, lo que colma de sumar dificultades a una tarea ya de por sí compleja. La decisión de iniciar un negocio por cuenta propia conlleva una serie de obligaciones, sobre todo en los primeros meses de actividad, que para la mayoría son bastante difíciles de asumir. Ayudas, pocas; derechos, los justos; y obligaciones, todas. Ese es el día a día de nuestros autónomos. Al menos parece que, tras muchos años con una ley de autónomos completamente desfasada con respecto a otros países y colectivos, y después de muchas propuestas y peticiones desoídas, todo apunta a que esta vez las súplicas han sido escuchadas.
Hoy el autónomo está de moda. Todos sabemos cuáles son las medidas necesarias, las llevamos repitiendo durante muchos años en todo tipo de foros. Pero lo verdaderamente importante es que todos, absolutamente todos, nos convenzamos de una vez y para siempre de la urgente necesidad de empezar a cuidar a un colectivo tradicionalmente marginado.
Nos jugamos mucho en ello. Desde que dejamos atrás la recesión y la economía volvió a crecer, uno de cada tres nuevos puestos de trabajo ha sido consecuencia directa del trabajo autónomo. Una evidencia que no necesita más comentario. En el Grupo Cooperativo Cajamar estamos absolutamente convencidos del enorme potencial de este colectivo. Todos somos conscientes de que la situación del autónomo, o del ‘freelance’, como se dice ahora, está sometida a una intensa incertidumbre. Por eso hay que empezar, desde ya, a darles la importancia que tienen. A poner en valor sin complejos su aportación al desarrollo económico y a la generación de riqueza en España. Y para ello hay que dotar a su condición profesional de un entorno jurídico coherente y estable, de seguridad jurídica e incentivos suficientes como recibe cualquier otro sector vulnerable, o ninguna de las medidas adoptadas recientemente tendrá ningún impacto positivo en su desarrollo.
No se trata de alardes ideológicos ni de imponer nada, ni mucho menos de improvisar políticas cortoplacistas y contraproducentes. Hay que insistir en aquello que nos pedía el poeta indio Rabindranath Tagore, cuando nos recordaba que era preferible no hablar cuando no teníamos nada mejor que decir que el silencio. Ahora, cuando la crisis no ha terminado de irse y la recuperación no acaba de llegar, es mucho más importante “hacer” que “pensar” o “decir”, sobre todo cuando las dos últimas opciones restan más que suman.
Nuestro grupo financiero, como líderes de la banca cooperativa española especializados desde hace más de un siglo en dar servicio a la economía real y a los promotores del desarrollo local, le da los trabajadores por cuenta propia la relevancia que se merecen, la propia de su protagonismo en la nueva etapa económica que ahora comienza. Por su flexibilidad para adaptarse a los cambios del entorno, por su eficiencia en la generación de valor en múltiples sectores económicos, por su voluntad para sobreponerse a unas condiciones de partida poco propicias para cualquier proyecto de autoempleo, y sobre todo por su capacidad de resistencia para perseverar en su negocio y salir adelante.
En definitiva, desde el Grupo Cooperativo Cajamar queremos caminar de la mano con la mejora de nuestros autónomos, conscientes de que la rutina diaria de un negocio exige de soluciones inmediatas y flexibles para atender las demandas de nuestros clientes, que además van cambiando conforme cada proyecto de emprendimiento va superando hitos y metas. Y nosotros atendemos con soluciones concretas cada uno de estos períodos en la trayectoria de un negocio en el contexto de la sociedad digital.
Cada negocio es distinto, y sus necesidades van evolucionando a lo largo de su ciclo vital y al ritmo de la coyuntura económica. Ofrecemos alternativas adaptadas a cada necesidad y a cada reto, desde la planificación de un proyecto a su madurez operativa, previendo incluso el relevo generacional en su dirección.
A partir de un conocimiento directo de los sistemas productivos locales de nuestro país, y de las características propias de su tejido empresarial a lo largo de años de experiencia en la banca de proximidad, el Grupo Cooperativo Cajamar ha diseñado un completo catálogo de productos y servicios financieros del que ya se benefician más de 300.000 clientes autónomos. Entre estas iniciativas hay algunas pioneras en el mercado nacional, como nuestras Plataformas de Ayudas Públicas y de Comercios, y en todo caso procuramos que cada una de las soluciones que ponemos en el mercado, por sencilla que aparente ser, cubra una necesidad específica y aporte valor, como nuestra tarifa plana TPV o el servicio de anticipos de facturación.
Los autónomos, por su dinamismo, su capacidad de trabajo y su dimensión económica, se merecen un socio estratégico a largo plazo. No hace mucho tiempo, uno de los pesos pesados de este colectivo me dio un sabio consejo: “Ricardo, donde no hay afecto, da afecto, pues con el tiempo lo que recibirás será afecto de verdad”. Sabia reflexión. Ese es nuestro posicionamiento.