Cada vez nos preocupa más el impacto en nuestra salud de lo que comemos. Demandamos más y mejor información sobre el papel de cada alimento en la prevención de enfermedades y en el cuidado de nuestro organismo por dentro y por fuera. Pero este interés creciente hace que, en la era de internet y las redes sociales, proliferen los mitos y falsos tópicos sin base científica sobre qué y cómo comer, que con frecuencia se asumen y se comparten como verdaderos aunque tengan un origen dudoso, y sin tener en cuenta los potenciales riesgos asociados.
De alimentación diaria depende directamente buena parte de nuestro bienestar presente y futuro. En Cajamar estamos convencidos de que frente a los peligros de la desinformación el único antídoto es el conocimiento, y nos comprometemos con la difusión de hábitos nutricionales saludables que estén respaldados por la comunidad científica y la experiencia clínica. Y si en algo coincide la totalidad de los expertos es en el papel protector y preventivo de frutas y hortalizas como base de una pirámide nutricional equilibrada.
Fuentes naturales de salud
Las distintas especies y variedades de frutas y hortalizas difieren mucho en sus perfiles organolépticos y nutricionales, pero todas ellas tienen un denominador común: son alimentos con bajo contenido en grasas y densidad de energía, ricos en agua y esenciales en el suministro de minerales y vitaminas a nuestro organismo, además de proteínas, carbohidratos, fibra, ácidos orgánicos solubles y oligosacáridos libres.
También comparten un grupo muy numeroso de compuestos químicos, las denominadas sustancias bioactivas, que aun no siendo esenciales desde el punto de vista nutricional sí lo son en la prevención de ciertas enfermedades y dolencias, como pigmentos, compuestos volátiles, terpenos, fenoles, carotenoides y compuestos nitrogenados, entre otros. No obstante, el contenido en sustancias bioactivas varía notablemente dependiendo de la especie, el estado de madurez de cada pieza y el manejo de los cultivos, además de otros factores bióticos y abióticos.
Los alimentos frescos y las dolencias de la sociedad moderna
Una dieta desequilibrada, el sedentarismo de amplias capas de la población y el aumento de la esperanza de vida están en el origen de la proliferación en los países desarrollados de ciertas dolencias y enfermedades en cuya prevención tienen un papel clave los alimentos frescos, y sobre todo frutas y hortalizas. Nos estamos refiriendo fundamentalmente a la obesidad, el cáncer, la hipertensión y las complicaciones cardiovasculares y respiratorias. Y, sin embargo, en la Unión Europea el consumo per cápita se sitúa actualmente por debajo de la cantidad diaria recomendada (400 gramos).
En cuanto a la obesidad, está demostrado que frutas y hortalizas contribuyen a la sensación de saciedad y reducen la ingesta de alimentos con más densidad de energía, por lo que nos ayudan a controlar el peso y a evitar la hipertensión. Por otra parte, y aunque no se pueda concluir definitivamente que exista una relación inversa entre el consumo de frutas y hortalizas y el riesgo de cáncer, la evidencia científica nos dice que estas sí tienen un claro efecto protector al menos en los casos de los tumores de esófago, próstata, colon y recto. Finalmente, también hay consenso en los beneficios de su consumo para la prevención e incluso el tratamiento paliativo de enfermedades pulmonares crónicas, osteoporosis, glaucoma, cataratas e incluso alzhéimer, por citar tan solo algunas de las que más incidencia tienen.