La importancia de la almendra en España es relativa, ya que es el país con mayor superficie a escala mundial, concretamente más del 33 % del total, pero pese al liderazgo indicado lo cierto es que en términos de producción ocupamos el tercer lugar, representando solo el 4,4 % del total, después del líder que es EEUU (80 %) y Australia (7 %), que son los países con mayor productividad por unidad de superficie debido a las plantaciones intensivas de regadío que predominan en ambos territorios.
Nuevos actores en el mercado mundial
Los países de la Unión Europea siguen siendo los mayores consumidores de almendra, seguidos de EEUU y ciertos países asiáticos (China, India, Emiratos Árabes, Japón y Corea del Sur, principalmente) que sin duda son los que mayor crecimiento han experimentado en las últimas seis campañas, con un incremento de más del 50 %, cifrándose su consumo en unas 339.000 toneladas de almendra grano durante la pasada campaña.
Los datos de comercio exterior también dejan patente la importancia de estos países asiáticos en este sector, ya que más del 45 % de las exportaciones globales se corresponden con dichas regiones.
Nuestro modelo productivo evoluciona
La baja productividad tradicional de las plantaciones españolas ha sido debida a que este cultivo se consideraba marginal, plantándose en los terrenos menos productivos, de elevadas pendientes, y sin posibilidad de regadío.
Esta tendencia está cambiando en los últimos años, ya que debido a los elevados precios registrados en 2014, 2015 y 2016, motivaron que la superficie se incrementase en más de 56.600 ha, principalmente plantaciones más intensivas, donde ya el 35 % se correspondieron con explotaciones en regadío.
Actualmente existen nuevos modelos de colaboración entre productores y empresas de transformación, a través de los que se crean sinergias entre las distintas fases de la cadena, que hacen aumentar la competitividad de la producción española.
Retos pendientes
La previsión a medio plazo es que la oferta española deberá incrementarse notablemente, una vez entren en plena producción las nuevas plantaciones intensivas establecidas en los últimos años, con lo que conseguiremos disminuir nuestras elevadas importaciones.
Será importante que los principales centros nacionales de mejora genética continúen su labor, de cara a seguir obteniendo variedades autofértiles, de floración tardía, y con elevada productividad.
Asimismo, se debe insistir en la innovación en la mecanización de las tareas a realizar en las plantaciones, con objeto de optimizar los costes de producción.
Finalmente, es preciso que el tejido empresarial del sector de la almendra en España siga invirtiendo en los procesos de transformación, así como en la obtención de un valor añadido que haga que la rentabilidad se vea incrementada, para lo que será necesario poner en valor las excelentes propiedades nutricionales de nuestra almendra.