MISIÓN IMPOSIBLE. ¿Se puede ahorrar siendo mileurista?
Distintos estudios apuntan en varios informes que sí se puede… y que se debe. La clave: cambiar nuestros hábitos, incorporando la planificación financiera. Quizá la clave está en la frase: “Ahorra primero, gasta después” (caso contrario, siempre hay excusas para dejarlo para el mes que viene), que está ligada con esta otra más castiza: “el ahorro que no duele, no es ahorro” (que atiende a la definición clásica del ahorro como sacrificio del consumo actual a cambio de consumo futuro).
Que la fuerza te acompañe
Se trata de aprovechar dos grandes fuerzas, que normalmente no son tenidas en consideración en la medida en que debiéramos:
- El poder de la capitalización compuesta: Einstein decía que era la fuerza más poderosa del universo. Nos referimos al resultado de reinvertir los intereses que se perciben para generar más intereses. Esto lo podemos tener en productos tales como un Fondo de Inversión, un Plan de Ahorro, un Plan de Pensiones, etc… Pero no por ejemplo en el clásico de guardarlo debajo del colchón.
- El ahorro periódico o sistemático: Nos referimos a acostumbrarnos a restar de nuestros ingresos mensuales (y a poder ser el mismo día que recibimos el mismo) una cuantía mensual, aunque sea pequeña, con la que ir constituyendo un fondo de ahorro. De esta forma nos será más fácil adaptarnos al presupuesto de ingresos restante, olvidándonos de la cuantía que restamos para el ahorro (a poder ser domiciliando un recibo periódico para aportar a algún producto de ahorro)
Cariño, he invertido en los niños
Y por último, otra clave en el ahorro: tener claro cuál va a ser el destino de dicho ahorro, es decir, por qué / para qué lo hago. Como todo en la vida, si no hay una ilusión, una motivación concreta, se dejará de hacer. Siempre hay algo: preparar la boda, comprar un piso o un coche, abrir una cuenta a cada hijo para su Universidad, o bien para nuestra jubilación. De hecho, como cada motivo para ahorrar tiene un plazo diferente, también debería contar con un fondo de ahorro diferenciado y probablemente utilizando diferentes instrumentos de ahorro, cosa que también redundará en algo necesario: diversificar la inversión. (el conocido principio básico de las finanzas: “no meter todos los huevos en la misma cesta”).
En definitiva, ahorrar debe ser un hábito a incorporar en nuestro día a día. Un hábito que sería bueno intentar inculcar a nuestros hijos, ahora que se está extendiendo la idea de que sería conveniente que incluyan la asignatura de educación financiera en el plan de estudios de los colegios.
Pero, cuánto debería ahorrar…¿300?
La frase más obvia sería “lo que puedas”. Muy bien, pero ¿y si nos paramos a pensar un momento cuánto puedo realmente?
Esto no sólo depende solo de mis ingresos, sino también de mis gastos. Esta última partida del gastos es más fácilmente controlable que la primera. Pensemos en la proliferación de Financieras de préstamos instantáneos, o en el incremento de compras vía internet y redes sociales que se hacen mientras navegamos en la web. Ambos ejemplos atienden a compras impulsivas que debemos controlar. También podríamos hacer mención a la necesidad de hacer una relación de todos aquellos recibos domiciliados en nuestra cuenta y analizarlos.
Otra variable que influye en la cuantía que es necesario ahorrar es cuándo se haya empezado a ahorrar: el poder de la capitalización anteriormente referido premia a los madrugadores. Éstos tendrán que sacrificarse menos para lograr, sin embargo, una mejor marca en la meta.
Pero, por concretar algo más, una afirmación muy extendida es que nuestro ahorro debería comprender al menos entre un 10% y un 20% de nuestros ingresos. Para conseguir la motivación a la que hemos aludido anteriormente, puede ser muy útil el que, una vez cuantificada la cuantía de ese 10 ó 20% de mis ingresos, utilicemos los simuladores que existen en muchas páginas web (sobre todo destinadas a la jubilación) que indican cuánto podrías acumular en una determinada fecha futura en función de tu aportación periódica, o qué cuantía es necesario aportar periódicamente para poder llegar a cobrar una determinada cuantía de renta mensual una vez jubilado. De esta forma conoceremos la cuantía estimada final, y podremos visualizar posibles usos con los que marcar nuestra meta.