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La producción hortofrutícola requiere una coordinación de las funciones y actividades agronómicas propias de la precosecha con la poscosecha. Para conseguir un producto de máxima calidad es necesario que exista una interrelación entre los procesos.
Generalmente cada tarea la realiza un grupo determinado de personas, pero nadie puede desentenderse del trabajo y de los objetivos marcados, ni al principio ni al final de cada proceso. Debe existir una coordinación para conseguir que el producto final llegue al
consumidor en las mejores condiciones, con las mínimas pérdidas posibles en el proceso.
En este artículo se repasan los distintos procesos de la producción que van a ser esenciales para conseguir un producto de calidad, considerando aquellos aspectos agronómicos esenciales.

Preparación de la parcela

Para establecer cualquier cultivo es esencial conocer la historia de la parcela: cultivos precedentes, análisis completo del suelo y agua de riego, herbicidas empleados, nivel de presencia de malas hierbas, problemas anteriores de plagas y enfermedades. Es importante el diseño de una rotación de cultivos, que permita la conservación, fertilidad y sanidad del suelo, incluyendo en la rotación alguna leguminosa y cereal.
Considerar la posible necesidad de realizar algún tipo de desinfección del suelo, recurriendo a técnicas como la solarización, biosolarización, fumigación o utilización de vapor de agua. En función de los resultados de las analíticas de suelo se puede considerar la necesidad en realizar una enmienda caliza, orgánicas, para mejorar la fertilidad, estructura y riqueza microbiológica del suelo. Realizar las labores necesarias para dejar preparado el suelo y poder establecer el nuevo cultivo.

Elección de la especie, de la variedad y diseño de calendarios de producción

La elección del material vegetal es primordial. Es necesario conocer las características del producto final, las amenazas sanitarias y si es conveniente recurrir a variedades con resistencias a posibles plagas y enfermedades. Existen estrategias como el uso de portainjertos, ampliamente implantado en fruticultura y en cultivos hortícolas como la sandía y tomate, como solución a posibles problemas bióticos y abióticos.
En ese sentido es importante conocer para cada zona de cultivo el comportamiento local de las variedades, que estén adaptadas a las condiciones climáticas y edafológicas de la zona, que toleren posibles alteraciones, riesgo de fisiopatías, tolerancia a condiciones abióticas. Con ello confeccionar un calendario de producción que garantice un suministro continuado con producto de la máxima calidad, determinando momentos de siembra o plantación, elección de las mejores variedades para cada fecha asociado a los períodos de recolección. Con todo ello habría que hacer un manejo integrado, lo más eficiente posible en el uso de riego y fertilización, control de plagas y enfermedades, minimizando el nivel de residuos, con el menor impacto medioambiental.

Para conseguir un producto de máxima calidad es muy importante tener definido el momento de recolección, condiciones en las que se debe realizar, que garantice un producto fresco con las mejores propiedades organolépticas.
Estas prácticas son esenciales para diseñar programas de producción que garanticen un suministro de producto, con el objeto de poder atender conciertos con supermercados, mercados o centrales de compra, que de forma organizada permita al mismo tiempo adecuar las producciones a la demanda del mercado, intentando garantizar unos precio que permita la subsistencia de toda la cadena agroalimentaria.

Carlos Baixauli

Responsable agrosostenibilidad en Centro experiencias Cajamar