Es curioso que uno de los prejuicios característicos asociados al mundo mediterráneo sea la creatividad. Y es curioso, porque hasta donde nos dejan ver las estadísticas dicha creatividad en España no se traslada al ámbito empresarial. No diré nada del ámbito artístico, ya que ese es un mundo que solo visito como consumidor de contenidos.
Una tasa de emprendimiento potencial por debajo de la europea
El Global Entrepreneur Monitor correspondiente al bienio 2019-2020 vuelve a arrojar unas tasas de emprendimiento en España sustancialmente inferiores a las de nuestro entorno y a la de nuestros competidores principales. La tasa de emprendedores potenciales (la población que piensa emprender un negocio en los próximos 3 años) en España es del 8,1 %, por debajo de la cifra alemana (12,5 %), de la media de la Unión Europea (16,4 %) y muy por debajo de la tasa estadounidense (20,4 %). Sistemáticamente nuestro país aparece muy retrasado con respecto a nuestros principales socios y, desde luego, muy retrasados en relación con el peso en el mudo de nuestra economía.
Ahora bien, si observamos la evolución de esa tasa en los últimos años, veremos que normalmente se ha situado entre el 6 y el 8 por ciento; solo ha crecido de manera relevante en el periodo álgido de la anterior recesión, marcando una cifra cercana al 12 % en 2012. Justo el año en el que el euro se enfrentó a la mayor crisis de su historia. Solo cuando la situación económica es más sombría es cuando la tasa de emprendimiento española sube. Si esta conclusión parcial es válida, la buena noticia es que cabe esperar un aumento significativo de la tasa de emprendimiento española en los próximos meses, vinculada a la profunda crisis económica provocada por la pandemia de COVID. Y la mala noticia es que, cuando las aguas de la economía mejoren, volveremos a nuestras bajas tasas tradicionales.
Una oleada de dinamismo emprendedor endógeno
No hace demasiadas fechas, el catedrático de economía de la Universidad de Barcelona Antón Costas mantenía en unas jornadas sobre el futuro de la economía española posCOVID que lo que necesitaremos será una “oleada de dinamismo emprendedor endógeno”. Así podríamos romper con la tendencia a la baja del ritmo de crecimiento de la productividad total de los factores, uno de los principales males de nuestra economía antes de la enfermedad. Parece claro que todo apunta a que va a suceder, pero lo que de verdad vamos a necesitar es que esa oleada se mantenga en el tiempo y no se quede como una excepción en la estadística, como sucedió con la explosión emprendedora de 2012.
Con respecto a aquella fecha, la infraestructura de apoyo al emprendimiento ha mejorado mucho. A la ya numerosa nómina de viveros se le ha sumado una creciente marea de incubadoras y aceleradoras especializadas. Y esto también ha favorecido el crecimiento de un tejido de inversores especializados en este tipo de empresas tempranas que puede suponer la diferencia entre sobrevivir y crecer para una joven startup.
Pero de poco servirá este tejido, si no luchamos contra las razones que están en la base de esa menor tasa de emprendimiento en nuestro país. Y una de las principales motivaciones que aparecen destacadas en el caso de España es el elevado porcentaje de personas que manifiestan miedo al fracaso. Este es un factor de origen cultural que no cambia de la noche a la mañana y que solo se puede transformar con una estrategia consciente que comience en la educación y se derrame sobre el entramado institucional y legal de nuestro país.
Cajamar Innova
Mientras ese momento llega, desde la Fundación Cajamar nos hemos decidido a dar un paso más en nuestra estrategia de innovación. Desde 1975, que creamos nuestra primera estación experimental, nos hemos preocupado por la difusión de la innovación, creando conocimiento, importándolo y difundiéndolo a través de publicaciones, talleres, seminarios y cursos. Hemos actuado como punta de lanza de la innovación en el sector agroalimentario y en la problemática del agua. No en vano una de nuestras zonas de origen es el árido sureste español.
Este nuevo paso es la puesta en marcha de una incubadora+aceleradora de empresas de alta tecnología y sostenibilidad del agua. Cajamar Innova nace con el propósito de convertirse en el punto de unión entre el emprendimiento, la innovación y el agua. Lo vamos a hacer a través de programas de incubación y aceleración que apoyarán desde la fase de idea hasta la de empresa en funcionamiento con necesidad de escalar. Vamos a poner a disposición de los emprendedores toda nuestra experiencia y nuestras infraestructuras de investigación para que prueben sus productos y servicios. Les vamos a apoyar en la búsqueda de financiación y clientes y les vamos a hacer partícipes de nuestra comunidad de colaboradores. Queremos que esa oleada de emprendimiento innovador se produzca en las mejores condiciones posibles y que esa agua que traigan las olas ayude a fertilizar el campo emprendedor español.