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El verano no solo es tiempo de descanso, viajes y desconexión. También puede ser una oportunidad perfecta para reflexionar sobre nuestros hábitos y adoptar nuevas formas de vida más saludables y responsables. Una de ellas es la alimentación sostenible. Y el verano es el momento perfecto para descubrirla.

La alimentación sostenible es un modelo de consumo que tiene en cuenta no solo lo que comemos, sino también cómo se produce, de dónde viene y qué impacto tiene en el medio ambiente, la economía local y nuestra salud. Apostar por la alimentación sostenible significa elegir productos de temporada, reducir el desperdicio de comida, consumir menos carne y apoyar a los pequeños productores.

Beneficios de la alimentación sostenible

Sus beneficios son ingentes:

  1. Para empezar es buena para las personas porque garantiza que todo el mundo tenga acceso a la información, la formación y los recursos necesarios para producir, preparar, comprar y disfrutar de alimentos seguros, saludables, de calidad y sabrosos que nos permitan llevar una vida llena. 
  2. También es buena para los territorios porque promueve economías locales diversificadas y prósperas que distribuyen equitativamente los beneficios y responden a las adversidades, la alimentación sostenible garantiza el bienestar de las personas trabajadoras del sistema alimentario (local y global), valora dietas y conocimientos tradicionales, y celebra la diversidad cultural. 
  3. En tercer lugar es buena para el planeta porque los alimentos se producen, transforman, distribuyen, vienen, compran y eliminan de forma que conservan y regeneran nuestros recursos limitados, como el agua o el suelo, y también nuestros ecosistemas. 

Cómo apostar por la alimentación sostenible en verano

Una vez conocidos todos sus beneficios, hay que tener en cuenta que el verano es el mejor momento para empezar. Las razones son simples y sencillas. Durante el verano tenemos más tiempo libre, más acceso a frutas y verduras frescas, y más ganas de cuidarnos. ¿Por qué no aprovecharlo para dar el primer paso hacia una dieta más consciente?

Algunas ideas prácticas:

  • Frutas y verduras de temporada: sandía, melón, tomate, pepino, pimiento, calabacín… Todo fresco, rico y con menos impacto ambiental. Además, consumir productos locales reduce las emisiones de transporte.
  • Mercados locales y productores cercanos: visitar mercados o huertas de proximidad en vacaciones puede ser toda una experiencia. Compras mejor, comes mejor y apoyas la economía de la zona.
  • Menos carne, más vegetales: platos fríos, ensaladas, cremas o legumbres en versión veraniega (como ensalada de lentejas o hummus) son opciones sabrosas, sanas y sostenibles.
  • Evita los envases de un solo uso: en la playa o en la montaña, apuesta por recipientes reutilizables y lleva tu propia botella de agua.
  • Cocina en casa: el verano es ideal para experimentar en la cocina con recetas nuevas, más vegetales, con menos alimentos procesados y más conciencia.

Comer bien también es cuidar el planeta. Cambiar nuestra forma de alimentarnos es uno de los gestos más poderosos que tenemos para combatir el cambio climático. 

 

Y si lo hacemos disfrutando del verano, aún mejor. Alimentación sostenible no significa renunciar al placer de comer, sino redescubrirlo desde otra mirada: más natural, más justa, más conectada con el entorno.

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