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Los cinco sentidos sirven para discurrir y disfrutar en la vida: tacto, oído, gusto, olfato y la vista, al que quizá le damos cierta preponderancia sobre todos los demás. Ya que es el que nos relaciona de forma directa con el mundo y nos permite el aprendizaje y, también, la mejor forma de elección para relacionarnos a lo largo de nuestra vida.

Por todas estas razones, sencillas pero contundentes, la vista ha sido testigo a lo largo de la historia de multitud de esfuerzos para ser conservada en perfecto estado. Ya que, su deterioro por su constante uso en el día a día de toda nuestra vida le lleva a perder la calidad necesaria que tenía en un principio.

Si buceamos en la historia, encontraremos rápidamente en lo más arcano y profundo de los relatos referencias a la necesidad existente de conservar la visión de la forma más perfecta posible. La más antigua referencia histórica al aumento de vista se remonta a los jeroglíficos egipcios del siglo V a.C., que representaban lentes simples de vidrio.

De los jeroglíficos a la escritura, el registro escrito más antiguo del aumento de vista data del siglo primero después de Cristo, cuando Séneca, profesor de Nerón, emperador de Roma, dejó escrito: «Sin embargo, pequeñas y borrosas, son vistas más amplia y claramente a través de un globo o vaso lleno de agua«. Nerón, famoso por incendiar la propia Roma, también dijo haber visto los juegos de gladiadores usando una esmeralda como lente correctora.

Una operación para evitar las gafas

Desde entonces, la necesidad de tener una visión correcta para toda la vida ha estado presente en la historia, que se ha transformado con la aparición de las gafas en la necesidad de tener unas para toda la vida. Hoy en día, en pleno siglo XXI, hay varias opciones, que pasamos a repasar.

Las clínicas de visión hacen que el cliente necesitado se pregunte: ¿Toda la vida con gafas o 10 minutos de láser? Y responden: «Los ojos de cada persona son únicos y diferentes a los del resto. Y por esta razón requieren cirugías personalizadas. El nuevo tratamiento se adapta a las características únicas de los ojos de cada paciente«.

¿Se tienen que usar gafas o lentillas después de la intervención?. La respuesta es negativa. El objetivo de la intervención es, precisamente, conseguir la misma agudeza visual que se tenía con gafas o lentillas antes de la operación.

No obstante, a partir de los 45 años, aparece en casi todas las personas la vista cansada, presbicia, que puede obligar a utilizar gafas, de nuevo, para ver de cerca.

Por otro lado, es interesante esta aproximación realizada a unas gafas inteligentes, donde un equipo de científicos de la universidad de Utah en Estados Unidos han diseñado unas gafas basadas en líquidos que pueden ajustar automáticamente el enfoque de lo que una persona esté viendo, sea lejos o cerca.

 

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