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La palabra serotonina se ha ido incorporando poco a poco a nuestro vocabulario. Despacio, casi en voz baja, ya que es el ‘botón’ que activa o desactiva, regula o vuelve loco a nuestro organismo en cuestiones tan importantes y fundamentales como por ejemplo el estado de ánimo. Y cuando uno se encuentra ciertamente apático o desganado, tampoco tiene muchas ganas de contarlo.

Por eso, el proceso de normalización que ha tenido en nuestra sociedad compartir este tipo de males ha conllevado la aparición en las conversaciones del concepto seratonina.

El poder de la serotonina sobre las funciones cerebrales

La 5-hidroxitriptamina (5-HT) o serotonina es un neurotransmisor que se sintetiza a partir de la transformación del aminoácido triptófano. Es un neuromodulador fundamental del sistema nervioso del humano. Los procesos conductuales y neuropsicológicos modulados por la serotonina incluyen: El estado de ánimo, la percepción, la recompensa, la ira, la agresión, el apetito, la memoria, la sexualidad y la atención. Su metabolismo está asociado en varios trastornos psiquiátricos y su concentración se ve reducida por el estrés.

La serotonina tiene efecto modulador general e inhibidor de la conducta, influye sobre casi todas las funciones cerebrales, inhibiendo en forma directa o por estimulación del GABA (ácido gamma-amino-butírico).

De este modo regula la timia que es el comportamiento exterior del individuo, el sueño, actividad sexual, apetito, ritmos circadianos, funciones neuroendocrinas, temperatura corporal, dolor, actividad motora y funciones cognitivas como las siguientes:

  • Regulación del sueño: La serotonina es el mediador responsable de las fases III y IV del sueño lento.
  • Regulación de la actividad sexual: La serotonina presenta un efecto inhibitorio sobre la liberación hipotalámica de gonadotrofinas con la consecuente disminución de la respuesta sexual normal.
  • Regulación de la temperatura corporal: Entre las funciones de mantenimiento básico de la integridad de nuestro cuerpo que asociamos a la serotonina se encuentra también la regulación térmica. Este es un equilibrio muy delicado, porque una diferencia de unos pocos grados de temperatura corporal puede suponer la muerte masiva de grandes grupos de tejidos celulares. Las neuronas, por ejemplo, son especialmente sensibles en este aspecto.
  • Reduce los niveles de agresividad: La serotonina sirve también para estabilizar el estado emocional del ser humano ante situaciones de tensión. Concretamente, sirve para inhibir la agresividad y las conductas violentas que pueden derivarse de ella. Así pues, las personas más impulsivas y violentas tienden a tener menos niveles de serotonina actuando sobre puntos clave del cerebro que aquellas que son más pacíficas.
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