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Decía Malcom X que “la educación es el pasaporte hacia el futuro. El mañana pertenece a aquellos que se preparan para él en el día de hoy”.

Y yo añadiría que, si no creces y adaptas tus conocimientos y habilidades a lo que el mercado tan cambiante está demandando, correrás el riesgo de no ser empleable.

Cuando somos jóvenes en edad universitaria solo pensamos en abrirnos camino en el mundo laboral. Para ello, nos esforzamos por estudiar una carrera (a poder ser “con salidas”), aprender idiomas o estudiar un máster. Nuestro objetivo es entrar en el mercado laboral, y si es por la puerta grande mejor- Para eso tenemos un curriculum cargado de títulos.

¿Qué se encuentran después las empresas? Hay muchos jóvenes que apuestan por el esfuerzo y mantienen intactas sus ganas de comerse el mundo, pero en ocasiones podemos encontrar empleados sin grandes aspiraciones, motivado posiblemente por encontrarse en un trabajo que no es el adecuado para ellos.

Lo principal es elegir bien a que queremos dedicarnos en nuestra vida, y una vez preparados para ello, es conveniente que la formación nos acompañe siempre. En el presente y, más importante aún, en el futuro. Este mundo tan cambiante no permite que nos relajemos. Requiere de una actualización constante de conocimientos

¿Y cómo nos formamos?

En las grandes empresas es habitual encontrar en su estructura organizativa una Dirección de Recursos Humanos. Que generalmente dispone de un equipo dedicado a la gestión de la formación de sus empleados, con un objetivo definido, una planificación y presupuesto anual asignado.

Pero esta estructura organizativa es difícil de encontrar en la pequeña y mediana empresa, ¿Sus empleados no necesitan formarse? Existen otras fórmulas para que este personal pueda actualizar y ampliar sus conocimientos. Pero rara vez las empresas se preocupan de ello. Limitado, en el mejor de los casos a la formación obligatoria de prevención de riesgos laborales

¿Es solo responsabilidad de la empresa formar a sus trabajadores?

En la mayoría de las ocasiones, la formación es vista como un sistema de compensación y beneficios que ofrecen las empresas que persiguen la motivación y retención de sus empleados.

Hoy por hoy no es suficiente con recibir una adecuada remuneración. El empleado se siente más satisfecho cuando percibe que su empresa invierte en su desarrollo profesional ofreciéndole oportunidades formativas.

Eso sí, la mayoría de los empleados delegan esta función totalmente en el departamento de formación, esperando que les digan en qué y cómo tienen que formarse.

Sin embargo, la empresa no es la única responsable de desarrollar a sus trabajadores. Cada uno debe preocuparse por seguir aprendiendo, aportando nuevas ideas y habilidades a la empresa. Y adaptando sus competencias a lo que demanda el mercado.

Permitidme algunos consejos:

  • Si eres joven estudiante: Dedica tu tiempo y recursos a formarte. Pero no te prepares solo para encontrar un trabajo cómodo y bien remunerado. Prepárate para LA VIDA. Esfuérzate por descubrir que es aquello que de verdad te gusta y FÓRMATE para ello.
  • Si tienes una empresa: Destina recursos a formar a tus empleados. La formación fideliza el TALENTO. Pero es imprescindible que exista apoyo de la Alta Dirección, que Negocio y Recursos Humanos vayan de la mano y que la empresa considere la formación como una inversión y no como un gasto.
  • Si eres trabajador: Sé curioso. No te conformes con la formación que te ofrezca tu empresa- Invierte tu tiempo, y también tu dinero, en formarte. Lo que no cuesta no se valora lo suficiente. AUTOFÓRMATE para ser mejor profesional y, por qué no, también, mejor persona.
María José Gutíerrez Pastor

Gerente Desarrollo Profesional en GRUPO CAJAMAR