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¿Series o pelis? La pregunta, en muchos casos, se plantea como una disyuntiva. Como si hubiera una ley no escrita que obligara al consumidor a elegir entre una u otra. Cuando lo que realmente plantea es la evolución imparable de las series frente al encorsetamiento de las películas.

El consumo fácil y a domicilio de entretenimiento audiovisual de calidad de las series de televisión frente a la complicación de salir de casa y acudir a una sala de las películas.

En fin, la base de la actual preponderancia de las series es que han logrado echar a un lado el concepto de televisión basura. Y con guiones de alta calidad y producciones preciosistas, han conseguido mejorar la experiencia del consumidor frente a las pantallas pequeñas. Igualando al menos la experiencia que produce contemplar una cinta en la gran pantalla.

De consumo individual a acto social

La base del éxito de las series, más que la victoria frente a las películas, se debe a que las primeras suponen un consumo individual y las segundas encierran en sí mismas un acto social.

En efecto, la pantalla de los nuevos teléfonos móviles inteligentes, con planes de datos y conexiones wifi permiten disfrutar de estas series que se ofrecen en porciones de a cuarenta minutos de media, y sin publicidad.

Se pueden ver también en la siguiente pequeña pantalla, que es la de la tableta o la del ordenador, ya sea portátil o de mesa. Y, por último, en la televisión, que gracias al desarrollo de la oferta de mercado, ofrece en estos momentos a precios asequibles televisiones de pantalla plana con conexión wifi a internet que hace que las series de televisión entren en el salón de nuestras casas de una forma sencilla y barata.

Cine y televisión son complementarios

El precio es otra de las cuestiones que hacen que las series de televisión hayan irrumpido de forma brutal en nuestros hábitos de consumo. Hay plataformas como MovistarNetflix o mas recientemente HBO que ofrecen series de televisión, y películas en el caso de la segunda, con un precio de diez euros al mes.

Netflix, sí ofrece películas pero las series son su fuerte. De hecho, incluso, se ha lanzado a producir sus propias series de televisión, tales como la dedicada al narcotraficante colombiano Pablo Escobar, que ha constituido el éxito de la temporada. Es decir, que las series de televisión, además son altamente rentables.

La conclusión primera es que no nos encontramos ante una batalla entre las series de televisión y las películas sino que nos estamos en un momento de mercado y de audiencia que son complementarias.

Donde las primeras se consumen de forma individual a través de dispositivos de pantalla pequeña como móviles, tabletas, ordenadores y televisiones. Mientras que las películas se ven en las salas de cine, en los multicines y en los centros comerciales, constituyendo un fenómeno social que agrupa a la pandilla, la familia o a la pareja respectiva.

Y que lleva asociado un comportamiento de consumidor en el que el precio de la película va acompañado la mayoría de las veces de actos de compra asociados. Y, eso sí, el fenómeno de las series de TV está de moda.

Características del cine frente a las series

Hay que tener en cuenta que los cines no ganan dinero con las películas, lo ganan con las palomitas como bien se explica en el siguiente artículo: “En las salas de cine no es que no se gana dinero con la venta de entradas pero ese dinero tiene que ser compartido con los estudios de cine, además de sufragar los costes de personal y mantenimiento, que son muy altos. Las palomitas y la bebida carbonatada, en cambio, tienen unos márgenes brutales. Según este artículo de Slate las salas ganan 80 céntimos limpios por cada euro de palomitas que venden. La película es lo que ha traído al público pero las palomitas son lo que permite rentabilizar el espacio. Una cosa no puede vivir sin la otra a no ser que cambien de modelo de negocio”.

Si queremos establecer alguna conclusión que ponga el foco en las películas del cine, veremos que hay dos características que las series, por el momento, no alcanzan a tener, lo que diferencia definitivamente las películas de las series:

  1. La primera son los estrenos.
  2. La segunda es que el cine es, con el teatro (primera), la escultura y arquitectura (segunda), la pintura (tercera), la música (cuarta), la danza (quinta) y la poesía y literatura (sexta), la séptima casilla que ocupa la colección de disciplinas artísticas que en el mundo son. Es decir, pese a compartir formato y canal, las películas son arte y las series son bienes culturales consumibles. Al menos, de momento.

Esta cualidad también caracteriza el comportamiento del consumidor, que exceptuando el cine comercial, que sin embargo cuasi-monopoliza los estrenos y producciones, dota de una pátina de intelectualidad el consumo de películas.

Un cine que, en muchas ocasiones, cambian las narrtativas y la forma de comprender el mundo.  Desde “La Guerra de los Mundos” y nuestra relación con los extraterrestres, o “La Guerra de las Galaxias” como generadora de un universo lúdico global para todo el planeta, en todas sus generaciones y para todas sus edades.

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