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Estados Unidos es la gran potencia mundial que, si estornuda, se dice que el mundo está acatarrado. Pese a la emergencia de las potencias petrolíferas del Golfo Pérsico, el avance imparable de China como gigante asiático, la presencia perceptible de los dragones de la economía como Hong Kong, Shangai, Japón y Corea del Sur o, por supuesto, la Gran Madre Rusia, que extiende sus tentáculos por toda Europa Central, el poderoso Mediterráneo y llega hasta los confines del Oceano Pacífico y la Vieja Europa pendiente del Brexit no puede dejar de lado el proceso electoral estadounidense.

De hecho, la interconexión de Estados Unidos y la fortaleza europea son tan intensas y profundas que las votaciones en el país americano se siguen a este lado del Atlántico como si nos fuera la vida en ello. Que, ciertamente, nos va por las siguientes razones.

1.- EEUU es el lider de la globalización.

Todas ellas se explican dentro del concepto de globalización. La globalización es un proceso económico, tecnológico, político y cultural a escala planetaria que consiste en la creciente comunicación e interdependencia entre los distintos países del mundo. Uniendo sus mercados, sociedades y culturas, a través de una serie de transformaciones sociales, económicas y políticas que les dan un carácter global.

Si damos por seguro que Estados Unidos como potencia mundial es la primera generadora de economía, potencia militar, influencia cultural y poderío tecnológico, comprobamos que gracias a este proceso de globalización la preponderancia de Estados Unidos se hace más fuerte.

Y, por ende, es tan importante un proceso electoral en el que eligen al presidente del gobierno que, a su vez, es el comandante en jefe de sus fuerzas armadas, tan poderosas como en su día lo fueron las mismísimas legiones romanas.

2.- El capitalismo democrático

Hay otro factor a tener en cuenta. La globalización es a menudo identificada como un proceso dinámico producido principalmente por las sociedades que viven bajo el capitalismo democrático o la democracia liberal.

Y que han abierto sus puertas a la revolución informática, llegando a un nivel considerable de liberalización y democratización en su cultura política, en su ordenamiento jurídico y económico nacional, y en sus relaciones internacionales.

La elección del presidente de Estados Unidos es capital en este sentido. Porque puede optar por realizar políticas más o menos liberales y modificar, o no, ciertas bases del ordenamiento jurídico. En fin, proteger la economía nacional o abrirse a otros mercados. Todo esto, lógicamente, con consecuencias directas en la economía europea y española.

3.- La llave de internet

Queda otro factor fundamental. En la cultura se caracteriza por un proceso que interrelaciona las sociedades y culturas locales en una cultura global. Algo sobre lo que existe divergencia de criterios acerca de si se trata de un fenómeno de asimilación occidental o de fusión multicultural.

En lo tecnológico la globalización depende de los avances en la conectividad humana (transporte y telecomunicaciones) facilitando la libre circulación de personas y la masificación de las TIC y el Internet.

Y es, una vez más, Estados Unidos la que tiene la llave de internet. En efecto, desde California, con su Silicon Valley, ordenan vidas, crean tendencias, diseñan el futuro con sus poderosas compañías que todos usamos como Google, Apple, Microsoft o Facebook.

Demócratas Vs Republicanos

Con todos estos elementos de juicio en la mano, Estados Unidos vuelve a poner en vilo al mundo entero con las elecciones que se celebran el martes 7 de noviembre. Y en las que alrededor de 130 millones de votantes, algo más de la mitad del censo, van a decidir el rumbo que toma la primer potencia.

Los dos candidatos principales a la presidencia, la demócrata Hillary Clinton y el republicano Donald Trump, enfrentan dos ideas antagónicas del país y de su papel en el mundo.

Eso mismo ha ocurrido otras muchas veces. Pero lo que hace distintas las elecciones presidenciales del 2016 es la diferencia entre una candidata totalmente previsible y un candidato que genera todas las incertidumbres imaginables.

Y ambos se disputan el liderazgo de un país que sufre una profunda división política, que sangra por su brecha social y por su herida racial.

Hilary Clinton ya ha sido secretaria de Estado y Primera Dama cuando su marido fue presidente de Estados Unidos. Esto quiere decir que conoce el funcionamiento de la Casa Blanca y que el electorado (y el mundo) no espera demasiadas sorpresas en caso de que sea presidenta del país.

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