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El debate sobre los deberes es largo, profundo e importante. Atañe directamente a la educación de nuestros hijos e hijas, de las nuevas generaciones, del futuro de nuestra sociedad. En este debate hay un policía bueno y otro que hace el papel del malo. El primero son los deberes. El segundo es el de las actividades extraescolares.

Si generalizamos, los deberes son foco de polémica. Y no son del agrado en buenos porcentajes ni de padres y madres ni de sus hijos e hijas. Las actividades extraescolares, al contrario, son bienvenidas porque no representan una carga escolar añadida sino la satisfacción de un reto, objetivo o actividad lúdica deseada.

¿Qué son las actividades extraescolares?

Para dejar lo más claros posibles los términos del debate, es necesario definir a lo que hemos llamado el policía bueno: las actividades extraescolares, que se pueden definir como un concepto utilizado en contextos educativos que se refiere:

  • Por un lado, a todo lo que se realiza fuera del entorno escolar pero tiene que ver con la educación.
  • Y, por otro, a las actividades extraescolares programadas por la propia institución educativa. Por ejemplo: excursiones, visitas a museos, asistencia o representación de obras teatrales, etc. Que es lo que se realiza fuera del horario o lugar académico, pero que sirve para la enseñanza-aprendizaje, de una forma más creativa y práctica, y diferente a lo rutinario.

No dependientes de la institución educativa son las actividades extraescolares programadas o improvisadas por las familias fuera de la jornada escolar: refuerzo educativo en clases particulares o en academias, actividades deportivas, aprendizaje de idiomas, etc.

La polémica de los deberes

Dependientes de la institución educativa son los trabajos extraescolares o «deberes«, que sí son en nuestro país objeto de polémica. 

Los deberes no solo son polémica por el tiempo añadido que depositan sobre nuestros escolares, sino por el debate que genera en torno a su jornada escolar y su relación con el éxito y el fracaso escolar

Por esta razón, hay posicionamientos opuestos, a favor y en contra de los deberes, que el diario ABC resume en este artículo:

A favor de los deberes

  • Hacer deberes supone un hábito que el todo alumno debe adquirir desde la escuela para ser capaz de establecer unas rutinas y una responsabilidad personal que, posteriormente, le van a exigir en la universidad.
  • Los deberes ayudan a los estudiantes a comprender lo que es el «esfuerzo» personal.
  • Es una fórmula muy adecuada para que adquieran disciplina.
  • En función de los deberes de cada día aprenden a distribuir su tiempo personal y a avanzar en el estudio.
  • Las tareas en casa ayudan a reforzar los contenidos abordados en el aula.
  • El tiempo de deberes debe ser acorde a la edad de cada estudiante.
  • Recomienda que los profesores del mismo curso se pongan de acuerdo para que se coordinen y no manden todos el mismo día muchos deberes.

En contra de los deberes

  • Los deberes para casa son como las horas extras en el trabajo.
  • Los deberes tradicionales a menudo carecen de valor pedagógico.
  • Generan y aumentan las desigualdades sociales.
  • Tergiversan los resultados de las pruebas externas.
  • Frustran a los niños. En vez de jugar, que es completamente necesario e imprescindible para el correcto desarrollo de los niños, estos pasan las tardes haciendo deberes.
  • Provocan tensión familiar.
  • Impiden a los niños educarse en otras materias.
  • Llevan al abandono escolar.
  • No crean buenos hábitos.

Esta controversia, no ha caído en saco roto. En diciembre del año pasado, el Congreso se manifestó de acuerdo en regular los deberes escolares.

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