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El agua es un recurso vital para la vida y, por tanto, para la actividad humana. Además de para la mera supervivencia, lo necesitamos para asegurar una adecuada higiene, y por tanto una
buena salud, y para el desarrollo de una amplia y variada relación de actividades económicas.
Entre ellas, la producción de alimentos es la más relevante, ya que puede suponer entre el 70 y el 80 % del consumo total de agua en el mundo.
Si bien una parte significativa de los países desarrollados tienen resueltas sus necesidades de suministro, y su preocupación se orienta hacia completar el ciclo de vida del agua con el menor impacto posible para el medioambiente, los de clima más cálido, los que tienen una mayor densidad de población y los que aún están en vías de desarrollo presentan con mayor o menor intensidad problemas de abastecimiento.
En el caso de España, nuestra geografía hace que existan notables diferencias entre las regiones más meridionales, con situaciones de déficit periódicas y cada vez más frecuentes, y las del norte, que hasta ahora no se habían enfrentado a este problema pero que recientemente han empezado a ser conscientes de la necesidad de ser previsores de cara al futuro.
Diversos factores nos hacen pensar que cuadrar la oferta y la demanda de agua va a ser cada vez más complejo, ya que por un lado el consumo no para de crecer y la oferta es más variable e impredecible.

Algunas medidas que podrían contribuir a la búsqueda de soluciones serían:

  • Mejorar las infraestructuras de almacenamiento y distribución para evitar las pérdidas no deseadas.
  • Optimizar el consumo humano, de la industria y, muy especialmente, de los cultivos. En esta línea, las posibilidades que ofrece la digitalización del sector agrario son muy interesantes, al poderse medir la demanda real de los cultivos y aplicar solo la cantidad que va a ser aprovechada por las plantas.
  • Considerar otros sistemas de almacenamiento de agua en épocas de abundancia. La construcción de grandes embalses está muy limitada, pero la recogida en pequeñas cuencas y, sobre todo, la recarga de los acuíferos subterráneos permitirá incrementar considerablemente los recursos disponibles.
  • Incorporar fuentes no convencionales de suministro y, muy especialmente, la desalación como alternativa para las zonas costeras.
  • Facilitar la integración de las energías renovables en todo el ciclo del agua.
  • Adaptar los modelos de gobernanza del agua. El modelo actual de distribución de los derechos de uso está basado fundamentalmente en criterios históricos, cuando se podría gestionar en base a criterios de carácter de utilidad social, ambiental y económica. Todo ello partiendo del principio de que un buen uso permitiría disponer de recursos suficientes para todos.
  • Y también se deben fomentar los intercambios entre usuarios de agua, para que el recurso se pueda emplear en aquellas actividades que generen un mayor valor para la sociedad. Intentando siempre maximizar la utilidad y evitando que nadie se vea perjudicado.

En cualquier caso, tomando los datos medios de precipitaciones en España, la capacidad de almacenamiento disponible, las necesidades reales de los cultivos (principales demandantes de agua) y la tecnología existente, consideramos que asegurar una suficiente disponibilidad de agua es una cuestión más técnica y de gestión que de escasez absoluta.
Conscientes de esta realidad, desde la creación de la estructura de apoyo a la innovación agroalimentaria de Cajamar en 1975, hemos trabajado en la transferencia de conocimiento y en presentar los avances tecnológicos vinculados con el agua.

Continuando con esta labor estamos desarrollando e implementando diversas herramientas de impulso a la generación de un tejido empresarial viable y sostenible en temas vinculados al mejor uso y gestión del agua.
Profundizamos así en una línea que últimamente ha sido muy activa en la edición de publicaciones y en la organización de jornadas.
Esperamos que todas estas iniciativas consoliden la apuesta decidida por la transformación del modelo de gestión del agua, ayuden a sumar esfuerzos, articular a los diferentes actores y, sobre todo, a avanzar hacia soluciones que garanticen la sostenibilidad del recurso en cantidad y calidad suficientes.

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Roberto García Torrente

Director de Innovación Agroalimentaria Cajamar